Miguel Gordillo Bravo, en imagen reciente CEDIDA

Zarceños por España: MIGUEL GORDILLO BRAVO

Policía local en Granollers (Barcelona), suele venir al pueblo dos o tres veces al año «a llenar los pulmones de olor a jara»

Domingo, 13 de agosto 2023, 13:10

Miguel Gordillo Bravo (La Zarza , 1966) emigró a Cataluña en 1987, después de realizar el servicio militar. «Me fui a Granollers por mantener la relación sentimental y tener la posibilidad de progresar laboralmente», explica a HOY La Zarza.

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Empezó a trabajar en un matadero y posteriormente pasó a una empresa textil, pero «no soportaba estar ocho horas en el mismo sitio haciendo lo mismo». Por suerte, no tardó mucho en encontrar un nuevo empleo, esta vez en una empresa de montajes eléctricos de alta tensión, donde llegó a alcanzar la categoría de oficial de primera.

Su espíritu inquieto le llevó en 1991 a prepararse las oposiciones para Guardia Urbana y Policía Nacional, pero desistió de estas últimas al aprobar las de Guardia Urbana de Granollers, en la actualidad, Policía Local.

Formó parte de la unidad de motoristas de 1992 a 1999, pasando después a la unidad de seguridad ciudadana donde estaría hasta 2021. En la actualidad, alterna el trabajo entre la sala de control y la seguridad ciudadana.

Defensor de lo público y comprometido con la sociedad, durante 16 años ha sido representante sindical y secretario de actas de Cataluña del Sindicato Profesional de Policías Municipales de España.

Reconoce haber vivido momentos difíciles en Cataluña en 2017 «con lo que algunos llaman 'hecho diferencial', algo que no existe. La tierra es redonda y ser ciudadanos del mundo cuesta muy poco», afirma Gordillo con seguridad.

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Amante del deporte, ha practicado taekwondo y jiu-jitsu, pero donde más disfruta es corriendo por el campo. «He llegado a participar en varias pruebas de larga distancia, pero en la actualidad solo hago bicicleta y mantenimiento».

Casado con Fundadora Benítez, hija de padre zarceño y madre oliveña, tiene dos hijos. Suele venir a La Zarza dos o tres veces al año. «Procuro estar como mínimo 20 días, para llenar los pulmones de jara, jeje», comenta con cara de felicidad.

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