

FABIÁN LAVADO RODRÍGUEZ
Martes, 14 de junio 2022, 17:37
La palabra oficio, del latín «officium», hace referencia a la actividad laboral habitual, especialmente la que requiere habilidad manual o esfuerzo físico, lo que conlleva un dominio o conocimiento de la propia actividad laboral. Tiene su origen en la clasificación social de los llamados, en la antigüedad, oficios viles y mecánicos, que eran los oficios artesanales o manuales considerados indignos al ser incompatibles con la nobleza de la sociedad feudal y Antiguo Régimen. Se basaban en la tradición y la costumbre, accediéndose a ellos por el sistema gremial de aprendizaje.
Según Aguilar Yuste en «Los que viven por sus manos. Los antiguos oficios del ayer, el emprendimiento de hoy», Extremadura sufrió, a finales del siglo XIX y primer tercio del XX, un anquilosamiento industrial que, unido a una gran tasa de analfabetismo, hizo que tuviera que elegir un sistema productivo basado en los oficios agropecuarios, artesanos y otros eminentemente rurales como medio de vida, donde destacaba el aprovechamiento de los recursos naturales y el autoconsumo. Con el tiempo, los oficios han ido cambiando o desapareciendo por la escasa rentabilidad de los beneficios en un mundo tan competitivo, las actuales leyes y normativas, las nuevas tecnologías, su sustitución por máquinas, etc. De esta forma, se han perdido oficios, costumbres, tradiciones y técnicas de trabajo.
El censo electoral 1934-1935
Por decreto de 26 de enero de 1932 se ordenó la formación del censo electoral, determinándose que se incluyeran en las listas los españoles de uno y otro sexo, de 23 años en adelante, que fueran vecinos o que contasen por lo menos un año de residencia ininterrumpida en el municipio donde se realizara la inscripción, así como una lista adicional de aquellos que adquirieran la condición de electores a partir de la publicación del censo. El decreto de 5 de noviembre de 1932 autorizó a la Dirección General del Instituto Geográfico, Catastral y de Estadística para ordenar la comprobación de los censos electorales defectuosos.
En virtud de lo dispuesto en el artículo 5º del decreto de 5 de noviembre de 1933, el Instituto realizó la lista definitiva de electores de Zarza de Alange, que se componía de 2.400 hombres y mujeres, más 51 adicionales que cumplirían los 23 años antes del 15 de abril de 1935. En el censo aparecen el nombre y apellidos del elector, sexo, edad, domicilio, profesión y si sabe leer y escribir. Gracias a este censo conocemos el callejero de La Zarza en 1934, los nombres y apellidos de 2.451 de sus vecinos, dónde vivían y a qué se dedicaban.
Urbanísticamente, la villa de Zarza de Alange, que superaba ampliamente los 4000 habitantes, contaba con 41 calles y plazas en 1934: Cantarranas, Cándido Cerrato Villegas (c/ La Carrera), El Pozo, San Gregorio, La Virgen, Calvario, Cotillo, La Cuesta, Pintores, Resolana, Capitán Fermín Galán (c/ El Pilar), Capitán García Hernández (c/ Los Cerratos), Juan Andrés Valor, Pilarón (Avda. de la Constitución y c/ Olivares en los tramos del parque), Mérida (Avda. de la Constitución, del parque hacía abajo), Olivares (del parque hacia abajo), Pajares (c/ Reyes Huertas), El Palomar (c/ Palomares), Silos (c/ La Plumilla), Barrial (c/ Pedro Cortés de Monroy), Carretas, Coso, Plaza de la Libertad (c/ La Fuente), Plaza de la República (Plaza del Ayuntamiento), La Plazuela, San Marcos, Santa Ana, Buenavista, Cruces, Miraveles, Montesinos, Pila de los Frailes, Travesía Cruces, Almendro, Amargura, La Iglesia, Independencia, Mártires de Jaca (c/ Salsipuedes), Mariana Pineda (c/ Francisco Pizarro), Pósito y Sarteneja.
Oficios y profesiones en 1934
Comenzamos por los arrieros, oficio por excelencia de nuestra población, que anduvieron por toda la geografía regional y provincias limítrofes. Tenían como labor el transporte y venta de mercancías, entre ellas la célebre tierrablanca, a lomos de caballos, mulos o asnos. Aparecen con este oficio los siguientes vecinos: Manuel Galán Cortés, domiciliado en c/ Cruces 1, de 37 años; Antonio Gómez Espinosa, c/ Pila de los Frailes 8, de 46 años; Juan Antonio Gómez Espinosa, c/ Pila de los Frailes 47, de 33 años; Benito Macías Galán, c/ Cruces 5, de 35 años; Francisco Martínez Sánchez, c/ Cruces 30, de 55 años; los hermanos Antonio y Casimiro Moreno Trinidad, empadronados en c/ Cruces 2 y 39, de 38 y 34 años respectivamente; José Seguro Dicha, c/ Pila de los Frailes 9, de 38 años; Fernando Trinidad Gómez, c/ Pila de los Frailes 23, de 40 años; Fernando Bermejo Gómez, c/ El Pozo 14, de 41 años; Joaquín Corbacho Galán, c/S an Gregorio 5, de 57 años; Francisco Dicha Benítez, c/ Virgen 6, de 40 años; Francisco Dorado Curado y su hijo Álvaro Dorado López, inscritos en c/ Cantarranas 24, de 68 y 27 años respectivamente; Manuel Paredes Benítez, c/ Olivares, de 23 años; José Rodríguez Flores, c/ La Carrera 50, de 32 años; Fernando Paredes Macías, c/ La Plazuela 2, de 38 años; Fernando Corbacho Pérez, c/ Francisco Pizarro, de 27 años; José Corchuelo Quintero, c/ La Iglesia 21, de 23 años; Alonso Macías Lozano, c/ Almendro 10, de 54 años; los hermanos Francisco y Pedro Corbacho Pérez, censados en c/ La Cuesta 16, de 24 y 31 años; Fernando Dicha López, c/ La Cuesta 28, de 41 años; José Galán Cortés, c/ La Cuesta 17, de 31 años; José Galán Benítez, c/ La Cuesta 4, de 25 años; Jerónimo García Romero y su hijo Juan García González, registrados c/ Calvario 46, de 52 y 23 años; Miguel Gordillo Delgado, c/ Calvario 44, de 32 años; Bartolomé Guerrero Nogales, c/ Cotillo 18, de 30 años; Juan Macías Espinosa, c/ Calvario 15, de 40 años; Francisco Moreno Mejías, c/ Calvario 28, de 40 años; Francisco Tarifa García, c/ La Cuesta 35, de 46 años; Juan Tejada Benítez, c/ Calvario 4, de 52 años; Miguel Benítez Trinidad, c/ Miraveles 3, de 26 años; Aurelio Bermejo Gómez, c/ Buenavista 30, de 41 años; Francisco Cerrato Blázquez, c/ Cruces 7, de 38 años; José Corbacho Gómez, c/ Cruces 37, de 44 años; Fernando Cortés Gordillo, c/ Pila de los Frailes 3, de 46 años; Francisco Dorado Sánchez, c/ Buenavista 20, de 32 años; Juan Dorado Fuentes, c/ Pila de los Frailes 25, de 37 años; Sebastián Corbacho Gómez, c/ Buenavista 28, de 47 años y Jerónimo Galán Fuentes, c/ Cruces 10, de 72 años.
Otro oficio de gran tradición en La Zarza es el de pielero. Recorrían grandes distancias por pueblos, aldeas y cortijos comprando a pastores, ganaderos, matarifes, cazadores y otras personas las pieles en bruto. Cargadas sobre caballos o mulos, retornaban para almacenar las pieles y convertirlas en cuero. Se dedicaban a ello Francisco Macías Tarifa, registrado en c/ La Iglesia 15, de 36 años y Miguel Monge González, c/ Los Cerratos 77, de 33 años.
Varios oficios están relacionados con la vestimenta y el calzado, hoy día en peligro de desaparición debido al gran número de tiendas y al comercio por internet. Tanto el sastre como la sastra realizaban prendas de vestir, principalmente para hombres (traje, pantalón, chaleco, camisas…) de forma artesanal y a medida. Lo ejercían Antonio Dorado Reyes, Plaza de la Fuente 1, de 41 años; José Ledesma Benítez, c/ La Carrera 49, de 23 años y Dominga Fit Gil, Plaza de la Fuente 13, de 47 años.
Otro grupo estaba formado por modistas y costureras. Modistas eran Francisca Banderas Rebollo, c/ La Fuente 10, de 28 años y Antonia Guillén Salván, Plaza de la Fuente 1, de 34 años, que diseñaban y confeccionaban prendas de vestir, generalmente de mujer. Las costureras María Paredes Pulido, c/ Pila de los Frailes 21, de 54 años; María Cerro Carrasco, c/ Cantarranas 32, de 23 años; María Guerrero Espinosa, c/ Los Cerratos 6, de 23 años y M.ª Antonia Trinidad Pérez, c/ Los Cerratos 4, de 22 años, se encargaban de coser las prendas, pero no las diseñaban.
Por último, la bordadora Ana Trinidad Pérez, c/ Los Cerratos 4, de 31 años, ejecutaba en relieve con aguja y diversas clases de hilo, la decoración de telas como ropa, manteles, sábanas, tapetes, cortinas, etc., y la calcetera Francisca Espinosa Guerrero, c/ Los Cerratos 9, de 49 años, confeccionaba o recomponía medias y calcetas, estas últimas generalmente de lana o algodón hechas a mano con agujas.
Los zapateros se dedicaban artesanalmente a la fabricación y reparación del calzado. Como en muchos oficios, sus conocimientos y habilidades se transmitían de padres a hijos. Llama poderosamente la atención el gran número de zapateros que había en La Zarza, lo que nos indica que el calzado era un bien preciado, muchas veces escaso, que se debía aprovechar hasta su desgaste, pasando incluso de unos familiares a otros. Realizaban esta labor Álvaro Martínez Carrasco, empadronado en c/ Pedro Cortés de Monroy 21, de 23 años; Lucas Gordillo Seguro, Plaza de la Fuente 4, de 30 años; Félix Lavado González, Plaza del Ayuntamiento, de 42 años; Francisco Molina Romero, c/ Coso 17, de 66 años; Ignacio Almendro Benítez, c/ Pósito 10, de 58 años; Pedro Cortés Mejías y su hijo Narciso Cortés Espinosa, con domicilio en c/ La Iglesia 3, de 56 y 24 años; Eusebio Espinosa Trinidad, c/ La Iglesia 7, de 26 años; Antonio Galán Blázquez, c/ La Iglesia 23, de 58 años; Pedro Rodríguez Muñoz, c/ Almendro 16, de 48 años; los hermanos Ángel y Juan Espinosa Floro, residentes en c/ Pintores 11 y c/ Resolana, de 38 y 27 años respectivamente; Martín Franco González, c/ La Cuesta 9, de 60 años; Sebastián Molina Banderas, c/ Pintores, de 27 años; José Peñato Paredes, c/ Cotillo 5, de 28 años; Ángel Ramírez Prado, c/ La Cuesta 2, de 33 años; Juan Damián Paredes, c/ Pila de las Frailes 13, de 26 años; Alejandro Damián Gil, c/ Pila de los Frailes 21, de 57 años; Manuel González Corbacho, c/ Buenavista 8, de 66 años; Fabián Almendro Arranz, c/ La Carrera 11, de 35 años; Manuel Casablanca Corbacho, c/ La Carrera 30, de 36 años; los hermanos Manuel y Francisco Cortés González, c/ Cantarranas 41, de 24 y 39 años; Antonio Domínguez Guerra, c/ San Gregorio 20, de 24 años; José Espinosa Guerrero, c/ San Gregorio 55, de 24 años; Juan García Corbacho, c/ Cantarranas 15, de 23 años; Pedro Gil Cerrato, c/ Cantarranas 25, de 49 años; Juan Mejías Barrero, c/ San Gregorio 47, de 72 años; Isidoro Paredes Barrero menor, c/ La Carrera 5, de 44 años; Francisco Pérez Fernández, c/ San Gregorio 37, de 34 años; Vicente Sánchez García, c/San Gregorio 3, de 49 años; Pedro Almendro Arranz, c/ Los Cerratos 69, de 30 años; Víctor Corbacho Verón, c/ Reyes Huertas 26, de 26 años; Francisco Cerrato Martínez, Avda. de la Constitución 14, de 44 años; Sebastián Guerrero Romero, c/ Los Cerratos 2, de 24 años; Jerónimo Ramírez González, c/ La Plumilla 11, de 29 años; Francisco Cerrato Martínez, Avda. de la Constitución 14, de 44 años; Elías Gil Guerrero, c/Cantarranas 25, de 26 años; Julián Flores Gil, de 29 años y Juan Espinosa Lavado, de 54 años.
El oficio de lavandera, realizado por mujeres, era uno de los trabajos más duros de la rutina doméstica por las condiciones en que se desarrollaba. La operación consistía en un primer lavado con jabón, torcer la ropa, batirla contra una piedra o madera, aclarado y secado, extendiéndola normalmente sobre la hierba. En La Zarza, el lavado se realizaba comúnmente en Juan Bueno y el arroyo de la Calera, pues no se tiene constancia de la existencia de un lavadero municipal. Efectuaban esta labor: Felipa Ponce Rincón, c/ Santa Ana 4, de 43 años; Josefa Guerrero Blázquez, c/ Calvario 10, de 38 años; Casimira Benítez Moreno, c/ La Plumilla 4, de 32 años; Francisca Romero Prieto y su hija Ana Díaz Romero, residentes en c/ La Plumilla 6, de 48 y 24 años, y Juana González Moreno, c/ La Plumilla 10, de 48 años.
Las labores del campo
En un pueblo eminentemente agrícola, como era La Zarza en los años 30, no podían faltar los oficios relacionados con la agricultura, donde aparecen algunas mujeres. Labradores como Patricio Lavado Carrasco, c/ Coso 2, de 68 años; Emilia Peñato Ramírez, c/ Pedro Cortés de Monroy 15, de 70 años; Juan Francisco Amado Pérez, Avda. de la Constitución 5, de 37 años; Benito García Díaz, Avda. de la Constitución 9, de 40 años; Martín González Almendro, Avda. de la Constitución 13, de 34 años; Antonio Guerrero Nogales, Avda. de la Constitución 11, de 32 años; Fabián Lavado Sánchez, c/ La Plumilla, 23, de 41 años y Pedro Romero Delgado, Avda. de la Constitución 1, de 69 años (detallo tan sólo algunos de ellos, pues la lista completa excedería el espacio de este artículo) conocían las labores para el cultivo de los campos, las técnicas utilizadas y las herramientas para aprovechar los recursos que daba la tierra, con el arado como apero inseparable. Trabajo duro, de sol a sol, en el que la climatología dictaba muchísimas veces que su esfuerzo obtuviese una justa recompensa.
Los jornaleros Catalina Montero Barrera, c/ Olivares 32, de 67 años; Valentín Benítez Seguro, Avda. de la Constitución 10, de 69 años; los hermanos Francisco y Pedro Flores Gil, Avda. de la Constitución 15, de 41 y 44 años; Francisco García Pulido, Avda. de la Constitución 11, de 60 años; Martín Gragera Espinosa, c/ La Plumilla 23, de 23 años y Juan Rodríguez Prieto, Avda. de la Constitución 8, de 52 años, y el bracero Fernando Benítez González, Avda. de la Constitución 10, de 34 años, que al no poseer tierras propias, trabajaban de manera temporal en las faenas agrícolas a cambio de un jornal.
Dentro de este grupo también estaban los colonos: los hermanos Francisco, Juan y Pedro Amado Peñato, residentes en c/ Cotillo 11 los dos primeros y en c/La Carrera 47 el tercero, de 37, 32 y 35 años respectivamente y Agustín Pérez Guerrero, c/ La Carrera 52, de 53 años, que cultivaban una heredad propiedad de la familia o por arrendamiento, y los hortelanos, dedicados al cuidado y cultivo de las huertas: los hermanos José y Pedro Benítez Gil, domiciliados en c/ La Iglesia 7 y c/ Pila de los Frailes 16, de 41 y 45 años; Ángel Ramírez Franco, c/ Resolana 8, de 24 años; José Ramírez, c/ Resolana 3, de 54 años y Martín Díaz Monge, c/ Pila de los Frailes 24, de 38 años. (Continuará…)
Fabián Lavado Rodríguez
Cronista Oficial de La Zarza
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