PEDRO ESPINOSA
Domingo, 19 de agosto 2018, 14:54
Miguel Barrantes se incorporó al mundo laboral muy pronto, al poco tiempo de abandonar la escuela. Con apenas 13 años empezó a trabajar de camarero en el Bar Gordillo que había en la Plaza del Ayuntamiento, conocido popularmente como 'bar de Catri'. Pero antes, ya ayudaba a Mauro, primero a colocar las sillas del Cine Terraza "era una forma de ver el cine gratis" y, posteriormente, a proyectar las películas.
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Pero a los 15 años cambió el rumbo de su vida. "Mi tío Martín me convenció para que me fuera a Barcelona, concretamente para trabajar en El Corte Inglés". Corría el año 1976. "Aunque yo era camarero, entré en la cocina, que, según mi tío, tenía más futuro". Y desde entonces. 42 años lleva nuestro protagonista en la sección de cocina de estos los grandes almacenes.
Ha recorrido todo el escalafón laboral. "Comencé de aprendiz, fregando, limpiando, pelando patatas, cebollas Poco a poco fui aprendiendo cosillas y pasé a ayudante de cocina. Más tarde, con el paso de los años ascendí a cocinero hasta llegar al momento actual en el que ocupo el puesto de jefe de cocina". Confiesa que no quería el cargo ya que supone mucha responsabilidad, pero "le tocó".
En la cocina de El Corte Inglés de Plaza de Cataluña trabajan 35 personas de diferentes nacionalidades y por el restaurante pasa una media de 1500-2000 personas, la mayoría turistas extranjeros. "El nuevo concepto de restauración ha revolucionado el mundo de la gastronomía", revela Miguel. "El restaurante tradicional se ha transformado en un Gastro Mercat, espacio con diferentes puestos y tipos de comida, en el que el cliente, casi en modo self-service, selecciona lo que quiere comer y accede a un comedor con vistas espectaculares de toda la ciudad", nos explica. "Se cocina de cara al cliente. Dentro se preparan los ingredientes y fuera, se elaboran y montan los platos (pastas, paella, comida china, carne, pescados)".
Reconoce que la restauración ha evolucionado muchísimo. "La formación es constante. Todos los años viajamos a Madrid para actualizarnos y conocer las novedades".
Vive en Hospitalet de Llobregat desde el año 85 y asegura que le gusta mucho Barcelona. "Tiene de todo: playa, montaña, monumentos y, sobre todo, mucho turismo".
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Admite que la situación actual en Cataluña es bastante incómoda. "El ambiente político de enfrentamiento debido al tema del independentismo está haciendo mucho daño a la convivencia diaria". En tierras catalanas echa de menos la tranquilidad de la que disfruta cuando viene a La Zarza. "Son ritmos de vida totalmente diferentes. Aquí cargo baterías".
En un futuro, cuando le llegue la jubilación, ahora tiene 58 años, le gustaría regresar a La Zarza, "pero sin olvidarme de Barcelona, ya que tengo allí muchas amistades. Alternaré temporadas entre los dos sitios, supongo".
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