Decoración interior de la cúpula del camarín

María prefigurada. El programa decorativo del camarín de la Virgen de las Nieves

Junto al camarín de la Virgen de Guadalupe, el de La Zarza es uno de los escasísimos ejemplos en los que se muestran a las Mujeres Fuertes del Antiguo Testamento como anuncio de las virtudes de María

FRANCISCO T. CEREZO VACAS

Martes, 31 de octubre 2017, 06:36

El interior del camarín de la Virgen de las Nieves se encuentra decorado con una serie de pinturas destinadas a exaltar las virtudes de María. Las pinturas, de corte popular, son, sin embargo, un trasunto del complejo camarín de la Virgen de Guadalupe en su santuario de las Villuercas. El de La Zarza es, junto a éste, uno de los escasísimos ejemplos en los que se muestran a las Mujeres Fuertes del Antiguo Testamento y sus virtudes como anuncio de todas las que quedan recogidas en la figura de la propia Virgen María.

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Concebido como un lugar sagrado, un sancta sanctorum, habitáculo de la imagen sagrada, el camarín es sin duda el elemento más característico y definitorio del conjunto de la ermita. Forma parte de una serie de espacios similares repartidos por diversos templos de la geografía extremeña que comparten características comunes: son espacios sagrados destinados a acoger la imagen divina, se ubican en un plano superior con respecto al resto del templo, están cubiertos por bóvedas esféricas como símbolos de la cúpula celeste, y se accede a ellos a través de una escalera o scala santa -espacio de tránsito casi mediático y vetado para la mayoría de los fieles-.

El mejor ejemplo de camarín en tierras extremeñas, tanto por su arquitectura como por su ornamentación, es el de la Virgen de Guadalupe, cuyo programa iconográfico está directamente relacionado con la decoración elegida para el de la Virgen de las Nieves. De corte popular, éste dista mucho de la calidad artística y de la refinada carga simbólica de aquél, pero denota sin embargo un evidente interés catequético ante la complejidad de un tema que no es fácil de entender a simple vista en un medio rural. El deficiente estado de conservación en el que han estado las pinturas durante años ha provocado la pérdida de algunas partes, sobre todo en una serie de cartelas explicativas de los personajes representados, dificultando en algunos casos su identificación e imposibilitando hacer una lectura precisa del conjunto. El adorno del camarín se hace exclusivamente con pinturas al temple, y es posible ver en ellas la mano de dos autores distintos. Los maestros anónimos de la Zarza dividen el espacio del camarín de la Virgen de las Nieves en tres niveles: los muros, decorados con escenas de la Vida de la Virgen; las pechinas que sustentan la cúpula, con Patriarcas del Antiguo Testamento; y la cúpula, en la que se presentan nueve Mujeres Fuertes de Israel.

La Vida de la Virgen

Las recreaciones plásticas que desde la Edad Media comienzan a surgir en torno al tema de la vida de María toman como fuente iconográfica el Liber Nativitate Mariae, frecuentemente utilizada por los artistas desde la Edad Media, que dio lugar a la fijación de modelos iconográficos con una rápida difusión a través de estampas grabadas. En el caso de La Zarza, el repertorio elegido se corresponde con momentos también recogidos en pasajes evangélicos: José y María buscando posada, la Adoración de los pastores, la Adoración de los Reyes y la Huida a Egipto.

La serie de la Vida de la Virgen denota una ejecución técnica de calidad inferior y menor sentido catequético que el del resto del conjunto, siendo la parte más simplista de la decoración. Las cuatro escenas representadas repiten un esquema similar, adaptando su composición al espacio disponible de cada uno de los muros del camarín. Cada una de ellas queda enmarcada por una imaginativa cenefa en cuyos laterales se apostan figuras angélicas que portan atributos. El resto del espacio se ocupa con motivos decorativos de tipo vegetal.

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José y María buscando posada

La primera escena de la serie se dispone sobre el muro en el que se abre el hueco de la hornacina de la imagen de la Virgen de las Nieves. Es quizás la de menor calidad dentro de la tosquedad y simplicidad general. El autor resuelve la narrativa del pasaje con tres planos superpuestos: María embarazada sobre un asno, un José inmóvil inmediatamente detrás, y al fondo una casa con una figura femenina. El resto de la escena es resuelto con una ingenua composición paisajística en la que no faltan dos casas como única referencia urbana a Belén. Flanquean la escena dos ángeles, portando cada uno, respectivamente, el orbe y el cetro, símbolos de la Realeza de María.

La adoración de los pastores

Ubicada en el muro inmediatamente a la derecha del anterior, la escena es de mayor tamaño al carecer de hueco alguno que entorpezca el desarrollo del pasaje. En medio de una arquitectura semiderruida, María, sentada con Jesús en sus brazos, recibe las dádivas de cuatro figuras pastoriles ante la atenta mirada de un José semiescondido tras el muro del establo. Otros dos pastores se aproximan a la escena, teniendo como privilegiados espectadores a la mula y el buey. Una segunda escena se relata de forma simultánea en el fondo del paisaje: el anuncio del Ángel a los pastores. Se esbozan tres figuras que gesticulan hacia el cielo alrededor de un pajar tradicional, recibiendo el anuncio angélico -actualmente desaparecido-. Dos Arcángeles envuelven la cenefa que enmarca la escena. Visten túnica talar, con abertura en la parte delantera de la falda, entre cuyos pliegues muestran una pierna con calzas a la romana. Ambos lucen potentes alas indicativas de su condición celeste. A la derecha, San Rafael como caminante o peregrino -tal es el patronazgo que ostenta- con la característica lacerna o capa con esclavina y sombrero. El de la izquierda carece de atributos que lo identifiquen claramente con alguno de los Arcángeles. Ciñe su cabeza con una diadema, acercándose sus ropas a vestimentas de corte militar, tratándose con toda certeza de una reresentación de San Miguel.

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La adoración de los Magos

La escena de la Epifanía ocupa el espacio del muro contrario al que cobija la hornacina de la Virgen de las Nieves. En él se abre la única ventana que da luz al camarín, repitiéndose el mismo esquema decorativo del muro frontero adaptando la representación al espacio disponible. La Virgen con el Niño en brazos recibe la veneración de los tres Magos que portan los presentes de oro, incienso y mirra, el primero de ellos postrado ante Madre e Hijo. Al fondo se intuyen las figuras de tres sirvientes bajo un elemental paisaje trazado con un pequeño árbol. La arquitectura del establo repite la de la escena de los pastores, con un pozo como único elemento diferenciador. Los dos ángeles que completan la decoración pictórica portan cada uno de ellos un espejo, en clara alusión a la Virgen María como paradigma y ejemplo de conducta para los fieles, espejo en el que mirarse.

La huida a Egipto

Es éste el único tema de la Vida de la Virgen coincidente con uno de los representados en la serie del camarín del Monasterio de Guadalupe. Dispuesto sobre el muro de la escalera de acceso al camarín, repite el mismo esquema compositivo ya visto en La adoración de los pastores. Una decorada cenefa recoge el pasaje evangélico de la Huida a Egipto, con un caminante José que tira de un asno sobre el que se encuentran María con Jesús en brazos. La escena se desarrolla en medio de un abrupto paisaje. A la derecha del pasaje, el Ángel Custodio coge con su mano a un niño, ocupando el lado izquierdo una inquietante figura angélica sin identificar que con la cabeza cubierta sostiene una vara entre sus manos.

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Los cuatro Patriarcas del Antiguo Testamento

El espacio de las pechinas que sostienen la cúpula del camarín es aprovechado por un autor anónimo diferente al de las escenas de La Vida de la Virgen para representar a cuatro de los Patriarcas del Antiguo Testamento. Son escenas muy sencillas que comparten una misma composición: el personaje en cuestión aparece sentado de medio lado en medio de un paisaje agreste. Cada uno de ellos queda identificado por una leyenda en la que consta su nombre y una breve justificación de su presencia en el lugar. Ya en el siglo XVII la Iglesia insiste en enaltecer a aquellos personajes veterotestamentarios que suponen una prefiguración del Mesías , tal es el caso de la presencia de estas cuatro figuras en el camarín de la Zarza.

"Isai padre de David con la vara Misteriosa de cuya raíz procedió la genealogía de Christo". Isai o Jesé, padre de David, se ha venido identificando como el inicio de la genealogía de Jesús. El origen de este tema hay que buscarlo en la profecía de Isaías (11,1-3), . De esta lectura surgieron desde el siglo IX recreaciones plásticas en torno a la imagen del árbol de Jesé, alegoría del patriarca donde recostado, nace de su pecho un tronco en cuyas ramas florecen los reyes de Israel, culminando con la figura del propio Cristo o de María con Jesús en sus brazos. En el caso de La Zarza Jesé aparece como un anciano con barbas que porta en sus manos una vara, identificada por el autor como misteriosa, insólita interpretación plástica del tema del árbol de Jesé.

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"(...) David con la Torre, que significa la ()". Las pérdidas de pintura en este punto impiden hacer una lectura completa de la cartela que identifica al Rey David. Es aquí un hombre de mediana edad, barbado y con la cabeza ceñida por una corona, señalando a una torre que queda a su derecha en medio de un sencillo paisaje. Prefiguración del Mesías, a quien anuncia con su canto, en este caso alude a las Letanía Lauretana Torre de David, en la que María es comparada con el más bello ornamento de Jerusalén. María es igualmente edificio espiritual, que es, después de Dios, el objeto más preciado y el más elevado por la bondad de sus virtudes. La Torre de David es también símbolo de la fortaleza de María, devota cumplidora en el oficio de defender a Cristo, y, por ende, a todos los fieles que se acogen a Ella.

"(...) raido o sostenido de las aguas pr(...)ta a Christo () Ser". Pese a las importantes lagunas que impiden leer la cartela identificativa de esta pechina, es posible reconocer aquí a la figura de Moisés, sostenido de las aguas, si bien no es posible entender la justificación que da el autor dentro del programa iconográfico representado. Es un hombre de mediana edad en medio de un paisaje por el que discurre el curso de un río. Moisés, profeta nacido en Egipto, donde los hebreos se encontraban reducidos a la esclavitud, es salvado del asesinato de los niños judíos por la hija del faraón que le descubre en una cesta en el Nilo (Ex 2, 3-10). Moisés es el libertador del pueblo de Israel, al igual que Cristo lo es de toda la humanidad. Por mediación de Dios, para él se abrieron las aguas del Mar Rojo para salvar a su pueblo, a quien dio de beber agua surgida milagrosamente del monte Horeb durante el éxodo por el desierto.

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"(...)o(...)". La pérdida total de pintura en la cartela explicativa de esta última pechina -a excepción de una única letra- imposibilita hacer una identificación clara de esta figura. La escena repite los esquemas de las anteriores, con la presencia del patriarca sentado de medio lado en actitud de señalar hacia su izquierda en medio de un sobrio paisaje. La presencia de la letra o en la parte correspondiente a la identidad del personaje abre una serie de amplias posibilidades entre los numerosos personajes masculinos bíblicos.

Las mujeres fuertes de Israel

Sin duda la parte más interesante de la decoración del camarín de la Virgen de las Nieves es ésta del espacio de la cúpula. El tema elegido es el de las Mujeres Fuertes de Israel, personajes del Antiguo Testamento que con sus actos y virtudes remiten a la figura de María, erigiéndose como prefiguraciones de la Madre de Dios. Durante los años del Barroco se convirtió en un tema relativamente frecuente, no sólo en ilustraciones impresas o pinturas aisladas, sino como repertorios decorativos de numerosos templos. En Extremadura los dos únicos ejemplos de Mujeres Fuertes son los del camarín del Monasterio de Guadalupe y éste de la Virgen de las Nieves de la Zarza, siendo evidente la conexión entre ambos. En el caso del camarín guadalupense, el ideólogo del programa iconográfico escogió ocho de las mujeres que aparecen en el Antiguo Testamento en virtud de sus capacidades a la hora de reflejarse como pretéritas bondades de la Virgen María, materializadas a través de una serie de imágenes en madera policromada identificadas con su nombre y que portan atributos relacionados con su historia bíblica.

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En la cúpula del camarín de la Virgen de las Nieves se repite el mismo repertorio de nombres escogido para las Mujeres Fuertes de Guadalupe. Las ocho mujeres escogidas se distribuyen ocupando todo el espacio interior de la cúpula en medio de una profusa decoración de cenefas vegetales y guirnaldas de flores combinadas con angelotes. Cada una de ellas se presenta de manera aislada en orlas de sinuosos perfiles en un juego compositivo que denota una mayor complejidad que en el resto de la decoración del camarín. Bajo cada marco una cartela identifica a cada una de estas mujeres, recogiendo brevemente su historia y la relación que tienen con la Virgen María como prefiguraciones de ésta, suponiendo un añadido pedagógico inexistente en el programa de Guadalupe, ofreciendo textos muy cercanos a los recogidos en el libro del padre San José, fuente utilizada con toda seguridad por el ideólogo de la decoración del camarín de la Virgen de las Nieves.

Esther. Esther es representada aquí como una joven con corona, símbolo de su realeza. Pese a las lagunas que impiden hacer una lectura completa de la cartela, el autor resume la historia recogida en el libro séptimo homónimo del Antiguo Testamento. De esclava a reina, liberada de una ley condenatoria universal contra su pueblo, mediadora también a su favor hasta obtener la liberación (Est. 8), Esther prefigura a la Virgen coronada y mediadora: su coronación por Asuero anuncia la Coronación de la Virgen, y su intervención ante el rey de los persas, Amán, prefigura la intercesión de la Virgen María ante su Hijo el día del Juicio Final. María también es esclava de Dios, y Reina de todo lo creado.

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Débora. En actitud de caminar, porta un bastón en la mano derecha y un libro en la izquierda como atributos de su condición de Juez de Israel. Mand a Barac a reclutar un ejército para enviarlo contra Sísara, general de Yabín, rey de Canaán, profetizando que la victoria sería de otra mujer, Yael, a quien Yahvé le entregaría. Débora, la juez, conduce a su pueblo a la victoria, de la misma forma que a través de María es el mejor camino para llegar a la victoria de Cristo. Yael es también madre de Israel del mismo modo que María Madre de la Iglesia.

Judith. Efigiada como una dama de corte medieval, sostiene y muestra la cabeza de Holofernes con su mano izquierda mientras en la derecha sujeta la cimitarra ejecutora del sacrificio.La historia bíblica queda recogida en el Libro de Judit. Betulia, ciudad de Palestina, se encuentra asediada por Holofernes. Judit, para salvar su ciudad, se viste con sus atavíos de fiesta y sale al encuentro de Holofernes. Una vez ebrio tras un banquete, Judith le corta la cabeza con su cimitarra salvando así a su pueblo. De la misma forma, María es salvadora de su pueblo aplastando al mal como la Nueva Eva.

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Sara. Esposa de Abraham, se representa vestida como una pastora, acompañada por dos ovejas, referencia a la vida nómada de la familia. Concibió a Isaac ya en avanzada edad pese a ser estéril, de quien nacería Israel como pueblo Dios. La maternidad de María es como la de Sara: de ella nace el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia.

Miriam. Tras el paso del pueblo de Israel por el Mar Rojo, Miriam entonó un cántico triunfal tomando entre sus manos el tamboril acompañada por un coro de mujeres que la acompañaban danzando: Cantad a Yahvéh, pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro (Ex 15, 20-21). El canto de Miriam se relaciona con el que proclamaría la Virgen en su Magníficat.

Ruth. Ruth es representada como una campesina con un sombrero y espigas en su mano. Tras enviudar del hijo de Noemí y verse obligada a regresar con su suegra a Belén, tuvo que malvivir recogiendo las espigas que caían de las manos de los trabajadores de Booz, pariente de su marido, con quien terminará casándose nuevamente. De ese matrimonio nace Obedeón, abuelo de David. Es considerada prefiguración de María como ejemplo de esposa piadosa y santa. Desde una perspectiva simbólica, San Jerónimo manifiesta que en Ruth, mujer gentil y pobre, se nos indica cómo la nobleza de la estirpe la concede Dios, uniéndola a la familia de Abraham y de Judá y haciéndola predecesora de David y sus descendientes hasta el mismo Cristo .

Yael. Yael es la mujer profetizada por Débora a quien Yahvé entregaría al enemigo Sísara. Tras la derrota de éste, Yael lo acoje en su tienda, y aprovecha su sueño para asesinarlo clavándole en la sien una de las clavijas de la tienda. Yael completa el papel de Débora en la liberación del pueblo de Israel de la opresión del enemigo, presentándose aquí como una joven con el martillo ejecutor de su hazaña en su mano y la cabeza de Sísara, degollada, a sus pies. María es como Yael -y la propia Judith- ejecutora del mal, Nueva Eva que aplasta la cabeza de la serpiente.

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Abigail. Mujer hermosa y prudente, consiguió aplacar la ira del rey David contra su marido Naval, quien se negaba a prestar auxilio al rey y su ejército: tomó Abigail a toda prisa doscientos panes y dos odres de vino, cinco carneros ya preparados, cinco arrobas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas... y salió al encuentro de David, quien bendeciría y alabaría su prudencia por evitar así que se tomara la justicia por su mano .Es prefiguración de María como Abogada de los pecadores ante Dios.

Francisco Tomás Cerezo Vacas (Licenciado en Historia del Arte y Conservador del MEIAC de Badajoz)

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