PEDRO ESPINOSA
Sábado, 29 de julio 2017, 17:19
¿Cuáles son las principales funciones de un juez de paz?
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Como su nombre indica, poner paz. Principalmente se trata de ayudar a los vecinos en casos de conflicto para llegar a un acuerdo y evitar ir a juicio.
El juez de paz ejerce funciones jurisdiccionales sin pertenecer a la carrera judicial, expide certificaciones de nacimiento, matrimonio o defunción, así como las fes de vida y estado, que acreditan la vida del solicitante y su estado civil. También puede tramitar expedientes de matrimonio y celebrar bodas civiles, inscribir matrimonios civiles o religiosos, nacimientos y defunciones del municipio.
¿Cómo surgió la posibilidad de ser juez de paz?
En los primeros años de la democracia, siendo yo concejal del Ayuntamiento, me propusieron ser alcalde o juez de paz. Me decidí por lo segundo, puesto que con mi negocio no podía atender la alcaldía.
¿Cada cuánto tiempo se renueva el cargo?
Cada cuatro años es elegido por el Pleno del Ayuntamiento. Para mí es un orgullo haber gozado de la confianza de los diferentes alcaldes, independientemente de su color político.
¿Está remunerado el cargo?
Durante 24 años estuve sin cobrar, pero actualmente recibo una paga de 4,46 euros diarios, es decir, 402 cada tres meses. Se puede decir que el trabajo es totalmente vocacional, puesto que me dedico a ello sin límite de horas, ni horario fijo.
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¿A qué se ha dedicado profesionalmente?
En mi vida he tenido muchos oficios. He sido elaborador y embotellador de vino en la bodega familiar, distribuidor de bebidas, transportista, ganadero, comprador de almendras y garbanzos...
¿Qué requisitos se precisan para ser juez de paz?
Se requiere ser español, mayor de edad y no estar incurso en ninguna de las causas de incapacidad que establece la ley para ser juez profesional. Además, considero que debe tener buena conducta, formalidad y darse a respetar por todos sus vecinos.
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¿Cuántos jueces de paz hay en la provincia?
No sé el número exacto pero existe un Juez de Paz en cada municipio donde no haya un Juzgado de Primera Instancia e Instrucción.
Nosotros actualmente somos cabecera de agrupación y llevamos los Juzgados de Alange, Oliva de Mérida, Villagonzalo y La Zarza.
¿Qué asuntos intenta resolver con más frecuencia?
Muchos casos de conflictos por linderos entre vecinos.
¿Cuál es el caso más difícil qué ha encontrado?
El ahogamiento de un niño en el río Guadiana. Dio la casualidad de que ese día me encontraba yo allí con mi mujer y mis hijos. Participé en el rescate, en el traslado a su casa por la noche -puesto que no venía el Juez de Instrucción de Mérida- y al día siguiente, asistí a la autopsia.
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¿Cuáles son los mejores momentos de su cargo?
Aquellos casos en los que unos vecinos han estado casi a punto de llegar a las manos, con navajas al medio (aún conservo en el Juzgado alguna), y he conseguido que terminaran abrazándose e, incluso, celebrándolo con alguna copa.
¿Y los peores?
Pues cuando he tenido que cortar la soga para descolgar algún ahorcado o levantar el cadáver de algún amigo.
¿Cuántas bodas ha celebrado?
Bastantes, casi medio centenar, lo cual me enorgullece al acordarse de mí.
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¿Ha cambiado mucho la justicia durante estos años?
Sí, pero a pesar de que los jueces profesionales se han especializado mucho, se sigue confiando en los Jueces de Paz para contribuir a la buena convivencia vecinal.
¿Cuántos casos habrá tratado y resuelto en su carrera?
Estoy en condiciones de afirmar que a lo largo de mis 42 años de ejercicio, habré tratado y resuelto más de mil casos.
¿Reciben ustedes algún tipo de formación?
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Sí, a menudo asistimos a reuniones con nuestro Secretario General para informarnos de los cambios en el Juzgado y el Registro Civil.
A lo largo de su carrera se habrá encontrado con infinidad de anécdotas. ¿Nos puede contar alguna?
Una que recuerdo con especial cariño fue cuando tuve que levantarme a las tres de la madrugada para levantar un albañal que había anegado la casa de otro vecino. La dueña de la casa, al día siguiente, en señal de agradecimiento, me regaló una gallina.
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En otra ocasión, un amigo me regaló una caja de puros, porque tenía un arrendatario que no se iba de su casa, ya que tenía una guarra con guarrinos. Yo se los compré por 3.000 pesetas y se los vendí a Alfonsino, el carnicero, por 2.500. Las 500 pesetas de diferencia las pagó el dueño de la casa y así pudo volver a tomar posesión de la misma. Podría contar muchas más, pues me acuerdo de todas.
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