Borrar
Calle La Virgen, donde fue abandonado Maximino Nieves F. LAVADO
Niños expósitos en La Zarza, 1891-1912 (y II)

Niños expósitos en La Zarza, 1891-1912 (y II)

Los nombres con que fueron bautizados tenían relación con la patrona de La Zarza o el santo del día en que fueron abandonados

FABIÁN LAVADO RODRÍGUEZ (Cronista oficial de La Zarza)

Jueves, 6 de abril 2023, 09:19

Agustina Antonia y Luis Gonzaga de San Diego (1803 y 1818)

Agustina Antonia quedó registrada en el «Libro de Asientos de los Expósitos que ocurren en los Pueblos de Fuera de esta Ciudad [Badajoz] en el Departamento del Hospicio en el año 1803», dentro del Partido de la ciudad de Mérida, separado por poblaciones. Declarada expósita el 16 de mayo de 1803, fue bautizada ese mismo día, quedando a cargo de Antonio Cortés.

Por su parte, Luis Gonzaga de San Diego, incluido también en el mismo libro, pero de 1818, fue registrado y bautizado el 22 de junio. Su crianza pasó a manos de María Flores, esposa de Juan José Marcos. En 1820, el recibo de su mantenimiento fue devuelto, alegando que Luis Gonzaga no figuraba en el registro de la contaduría del Real Hospicio de Badajoz.

El problema era otro bien distinto, el hospicio pacense carecía de fondos desde enero de 1820, ya que se había modificado su principal y más importante fuente de ingresos: las rentas del aguardiente. Hasta que el rey no dotase de nuevas rentas a la inclusa, el Ayuntamiento de La Zarza pagaría, con calidad de reintegro, a las nutrices de los expósitos. Ese año abonó 450 reales por la lactancia de expósitos: 360 r. pagados a María Moreno por la crianza de Lucía, a razón de 30 r. mensuales, y 45 r. a María Monje por los 45 días de lactancia que proporcionó a la expósita Agustina.

En los casos de Agustina Antonia y Luis Gonzaga no figura la fecha de su fallecimiento en los márgenes de sus respectivas partidas, por lo menos en edad temprana.

Juan de Dios (1891)

El 9 de marzo de 1891, Juan Andrés Valor Nogales, médico cirujano de La Zarza, natural de El Valle, compareció ante Fernando López Villalobos, primer teniente de alcalde, y Ventura Martín, secretario del ayuntamiento, para comunicar que la noche anterior, sobre las 7 de la tarde, fue expuesto en el suelo del zaguán de su casa, sita en la Plaza nº 12, un recién nacido de unas cuatro horas de vida sin defectos de conformación que no portaba cédula o documento alguno que lo identificara, vestido con dos pañales, dos mantillas de bayeta amarilla, una chambra, un pañuelo pequeño de sandía al cuello y una gorra blanca con puntilla, todas usadas y de poco valor. El compareciente, acompañado en esos instantes por Cándido Espinosa, no vio a nadie alrededor de su vivienda en el momento del hallazgo.

El alcalde dispuso que el niño se llevara ante el juez municipal para su inscripción en el registro civil y, posteriormente, fuese bautizado, exigiendo certificación de ambos actos para acompañarlas al expediente creado al efecto. Se entregó el expósito para su lactancia a María Burgos Alhaja con un donativo de 5 pesetas para las primeras ropas y la hoja donde se registraba todo lo relativo al niño y su nodriza.

Torno de expósitos (Museo de Olivenza)

Ese mismo día, Juan Andrés Valor compareció de nuevo ante el juez municipal, Domingo Seguro Mateos, y su secretario, Antonio Reyes López, para la inscripción del niño en el registro civil, al que se le puso por nombre Juan de Dios. Fueron testigos Pedro Dorado Rodríguez y Sebastián Ledesma Trinidad, naturales y vecinos de la villa. También, fue bautizado «sub condicione», pues no había certeza de que hubiera sido bautizado antes, por Juan Barquero y Tena, presbítero coadjutor de la parroquia de San Martín, con licencia del cura párroco Gabriel Vázquez Prado. Fue su madrina María Espinosa Durán y los testigos Antonio Horrillo y Plácida Benítez.

Una vez cumplidos los requisitos que prevenía la Ley de Beneficencia de certificar el sacramento del bautismo y la inscripción en el registro civil que acompañaban al expediente, el alcalde lo remitió a la Diputación Provincial de Badajoz.

Juan de Dios murió el día 1 de mayo de 1891, a las 10 de la mañana, a consecuencia de una enteritis cuando contaba con 50 días de vida, según se desprende de la declaración realizada, ante el juez municipal, para anotar su fallecimiento en el registro civil por Agustín Paredes Díaz, bracero de profesión, domiciliado en la calle El Pilar, casado con María Burgos Alhaja, mujer que amamantaba a Juan de Dios. En el acta levantada por el juez, además de la declaración de Agustín Paredes y la certificación facultativa de su muerte, se anota que es hijo de padres desconocidos y que a su cadáver se le daría sepultura en el cementerio, por entonces anejo a la iglesia de San Martín.

Juana Nicasia de las Nieves (1896)

Su inscripción en el registro civil lleva de nuevo a Juan Andrés Valor Nogales a comparecer ante el juez municipal suplente, José Cerro Sánchez, y su secretario, Antonio Reyes López, para registrar, en este caso, a una niña, declarando que dicha criatura fue expuesta a las 8 de la noche del día 14 de diciembre de 1896 a las puertas de su casa. La niña, sin defecto físico alguno, tendría unas tres horas de vida desde su nacimiento, apareció en una cesta de palma envuelta en pañales y ropas de poco valor sin documento que la identificase, pero con una cédula o esquela que decía textualmente «Sra. Dª Carolina y esposo: aga el fabor y la carida de por y jar [prohijar: adoptar] esta criatura. Dios que es el pader de todos, lo teda en cuenta y mañana tal ves se alege, pues esta niña es de una familia honrada, duélase de una mader que no tiene mas remedio que hacer esto con un pedazo de su corazón y cre a VV los ma caritativos de estos contornos y que sea sus padres, se lo pide llorando esta desgraciada madre que no puede serlo».

Desde el primer momento fue entregada a Dolores Tarifa Moreno, vecina de La Zarza, para que se encargara de su lactancia.

Juana Nicasia fue bautizada solemnemente el 17 de diciembre por Santos Velázquez, presbítero coadjutor de San Martín. Apadrinada por el Ayuntamiento, fue su padrino el alcalde Juan Delgado, actuando como testigos Casto Fernández y Victorino Izquierdo.

Cuando contaba con seis meses y medio de edad, una enterocolitis le causó la muerte el 2 de julio de 1897 a las 7 de la mañana, según declaró ante Perfecto Moreno González, juez municipal, el vecino Álvaro Pérez Gordillo, esposo de Dolores Tarifa Espinosa, ama de cría de Juana Nicasia, bracero, natural de La Zarza y domiciliado en la calle Amargura. Levantada el acta por el juez ante los testigos José Espinosa Lavado y Plácido Benítez Blázquez, más la certificación facultativa de su muerte, anotando que era hija de padres desconocidos, no quedaba más que sepultar su cadáver en el cementerio.

Maximino Nieves (1897)

De Maximino Nieves solamente conocemos su inscripción en el registro civil, realizada el día 8 de junio de 1897, ante el juez municipal Perfecto Moreno, por Juan Álvaro Paredes Cerro, natural y vecino de La Zarza, afincado en la calle La Virgen nº 3, de oficio propietario. Declaró que el niño fue expuesto a las puertas de su domicilio a la una de la madrugada del mismo día 8 de junio envuelto en humildes pañales dentro de una esportilla de palma, que podría tener desde su nacimiento seis horas de vida y que no tenía defecto alguno ni documento que lo reconociese. Al niño se le puso por nombre Maximino Nieves. Fueron testigos de su registro José Espinosa y Plácido Benítez.

El 6 de julio pasa a la casa de Expósitos de Badajoz dicha certificación, advirtiendo además que, desde el día de su aparición, se hizo cargo de su lactancia Catalina Moreno Herrera.

Filomena de las Nieves (1898)

José Tejada Blázquez, bracero zarceño, empadronado en la calle Silos nº 21 (actual calle La Plumilla) compareció en el registro civil ante el juez municipal, su secretario y los testigos Plácido Benítez y Pedro Dorado, para presentar a una niña con el objeto de inscribirla. La expósita, a la que se le impuso el nombre de Filomena de las Nieves, fue depositada en la puerta de su casa a las 3 de la madrugada del día 21 de marzo de 1898 y podría tener en ese momento dos horas de vida. Estaba envuelta en pañales, no tenía defecto físico alguno y tampoco portaba ningún documento que la identificase.

Expósito, 1870 (BnF, Gallica)

Tras su inscripción, se hizo cargo provisional de su lactancia y cuidado Simona Moreno Romero.

Casi dos meses después, la tarde del 14 de mayo, falleció producto de una atrepsia. Así lo manifestó al día siguiente en el registro civil Vicente Benítez Donoso, natural de La Zarza y domiciliado en la calle Sarteneja, cuando registró la inscripción de su muerte. Comunicó que el óbito se produjo a las 5 de la tarde y que era su esposa, María Benítez Espinosa, la encargada de su atención y lactancia.

El juez municipal extendió el acta de inscripción con estas declaraciones y la certificación facultativa presentada, además de añadir que era hija de padres desconocidos y que debía ser enterrada en el cementerio del municipio.

Nieves Mercedes Joaquina de la Santísima Trinidad (1901)

Los días 26 y 27 se octubre de 1901 se produjo la comparecencia de varios vecinos de la localidad para declarar sobre la exposición de la niña Nieves Mercedes. El primero de ellos fue, otra vez, Álvaro Paredes Cerro, propietario zarceño afincado en la calle La Virgen, quien manifestó ante el alcalde Francisco López Guerrero y el secretario del ayuntamiento Juan Pizarro que en la tarde noche del día anterior, 25 de octubre, sobre las 8 horas, saliendo de su casa Casimiro Benítez, se encontró en su puerta, y próximo al umbral, una cesta de palma con un envoltorio que creyó habían dejado abandonada los trabajadores de la casa, entregándola para que la recogieran. En ese instante, Casimiro Benítez y la esposa de Álvaro Paredes descubrieron una criatura recién nacida en el interior de la cesta, sufriendo un síncope la hija del declarante al contemplar el hallazgo, que alarmó a los que se encontraban en la casa; al revuelo acudieron varias vecinas, entre ellas Francisca Prieto Ramírez, la cual recogió a la criatura, llevándola a su casa para evitar que su lloro produjera un nuevo desvanecimiento a la hija de Álvaro Paredes.

Seguidamente, compareció la vecina Francisca Prieto Ramírez, de 38 años, casada y ama de casa, para declarar que sobre las 20 horas del día 24 de octubre recogió en casa de Álvaro Paredes Cerro a la niña que había sido expuesta a las puertas de su domicilio. La expósita vestía una camisa vieja de grano de oro, un trozo de tela usada, una mantilla de muletón muy gastada, una gorra de gancho sin puntilla y un pedazo de pañuelo negro de algodón, ninguna de estas ropas estaba marcada ni se encontró papel u objeto alguno que indicase su procedencia. En ese momento, Francisca no estaba criando ningún hijo, por lo que decidió llevar a la niña a casa de su cuñada Francisca González y a la de Manuela Fuentes Peñato para que la amamantaran. Manuela Fuentes, presente en la declaración, manifestó su deseo de seguir lactando a la niña.

El alcalde, con arreglo a lo que disponía la instrucción vigente de beneficencia, envió sendos oficios al juez municipal para que la inscribiera en el registro civil y al cura párroco para que le confiriese el sacramento del bautismo, exigiendo la certificación de ambos actos para el expediente formado.

Al día siguiente, se personó en el Ayuntamiento Manuela Fuentes Peñato, mayor de dad, casada y ama de casa, para solicitar que se le permitiera seguir lactando a la expósita Nieves Mercedes, siempre con el consentimiento de la Diputación Provincial, pero que careciendo de recursos, suplicaba se le concediese alguna cantidad para vestirla. El alcalde decidió se le entregaran a la nodriza 5 pesetas para atendar los gastos de la primera puesta.

La niña fue bautizada «sub condicione» por Baldomero Márquez Maribello con el nombre de Nieves Mercedes Joaquina Crisanta de la Santísima Trinidad.

La comparecencia para la inscripción de Nieves Mercedes en el registro civil la realizó Francisca Prieto Ramírez ante el juez municipal Sebastián Gil Rodríguez y su secretario interino Esteban Izquierdo Mateos-Yáñez, siendo testigos Pedro Lavado Cortés y Plácido Benítez.

Josefa Villegas Benítez (1912)

En la mañana del día 25 de marzo de 1912 compareció ante el alcalde, Leonardo Romero Trinidad, y el secretario, Miguel Nogales, el vecino José Rodríguez Carbonero, mayor de edad, casado, bracero de profesión y domiciliado en la calle Mérida nº 12 (actual avenida de la Constitución) para declarar que a las 5 de la madrugada, al abrir la puerta de su casa, se encontró una cesta de esparto que contenía una niña recién nacida envuelta en un pedazo de bayeta como de un refajo viejo, sin indicio alguno de su procedencia.

Tras la comparecencia, el alcalde, según lo dispuesto por la Diputación Provincial de Badajoz en acuerdo tomado el 14 de diciembre de 1911 sobre la crianza de expósitos, ordena su inscripción en el registro civil con el nombre de Josefa Villegas Benítez y su bautizo con dicho nombre y apellidos, siendo perentorio ocuparse de su lactancia provisional y definitiva, haciendo las gestiones pertinentes.

El propio alcalde, que contaba con 38 años de edad, casado y domiciliado en la calle La Carrera, compareció ante el juez municipal Ángel Porro Llanos y su secretario Tomás Muñoz Naharro para inscribir a la niña en el registro civil con el nombre de Josefa Villegas Benítez, señalando lo narrado por José Rodríguez, y añadiendo que no tenía señal ni defecto alguno. Fueron testigos del registro Juan Quesada Pérez y Felipe Espinosa Delgado.

Fue bautizada solemnemente el día 28 de marzo por Fernando García de Vinuesa y Barroso, presbítero y cura propio de San Martín, con el nombre de Josefa. Fue su madrina Francisca Muñoz Romero y testigos Manuel Muñoz y Gabriel Espinosa. El párroco remitió al Ayuntamiento la partida bautismal al día siguiente, manifestando que en los libros parroquiales solo pudo inscribir su nombre, pues los apellidos de los expósitos únicamente se registran cuando lo ordenan los superiores eclesiásticos, tramitando el expediente oportuno.

Más importante era el tema de su alimentación, pues no se encontraba en La Zarza ni pueblos limítrofes una nodriza que se encargara de su lactancia, decretando el alcalde, con fecha 2 de abril, enviar a la niña Josefa a la Casa Inclusa de Badajoz, acompañada por la persona encargada provisionalmente de su lactancia. Suerte que ese mismo día, la vecina Isidora Benítez Romero, de 33 años, casada y domiciliada en la calle La Iglesia nº 22, manifestó su deseo de seguir lactando a la expósita, pero ya de manera definitiva, pues reunía las condiciones legales y materiales. Para ello, el alcalde solicitó al Juzgado municipal la partida de nacimiento del hijo propio que criaba en ese momento, nacido el día 1 de abril fruto de su matrimonio con Pedro Gordo Sánchez, y encargar al médico titular de La Zarza, Juan Andrés Valor, que la reconociese para comprobar su estado de salud y aptitud física para la lactancia.

Isidora Benítez, acompañada de su marido, compareció ante el alcalde para el acto de entrega de la niña, aceptando una serie de condiciones como no trasladar su residencia sin previo aviso al Ayuntamiento, presentar a la niña siempre que le fuese reclamada, guardar respeto a las personas encargadas de las revisiones de la expósita y nodriza, así como lactar y cuidar con el mayor esmero a la criatura entregada. También facilitaría a la alcaldía la hoja de horarios para su control y cobro de las cantidades correspondientes, presentándose siempre con la niña y mostrando su certificado de vida. Además, deberá pagar todos los gastos que originasen su alimentación, vestido, aseo, curación e incluso enterramiento si se produjera su fallecimiento, así como las certificaciones de vida u óbito. A cambio recibiría las siguientes cantidades: los dos primeros años de lactancia 15 pesetas mensuales, los dos años posteriores o período de destete 10 pesetas al mes, más 5 pesetas como indemnización de primeras ropas que se le dieron a la firma del acta de entrega.

Enviado el expediente de Josefa por el Ayuntamiento de Zarza junto Alange a la Diputación de Badajoz, organismo encargado de los expósitos, ésta acordó admitirla en la inclusa provincial, remitiendo su expediente y el acuerdo a la Dirección de la Casa de Expósitos para su archivo, así como para que provea la nodriza y su pertinente cartilla de honorarios, donde constará el nombre de la expósita y sus obligaciones como cuidadora.

Fabián Lavado Rodríguez (Cronista oficial de La Zarza)

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Niños expósitos en La Zarza, 1891-1912 (y II)