FABIÁN LAVADO RODRÍGUEZ
Sábado, 6 de agosto 2022, 18:02
La publicación de M. Aguilar Yuste «Los que viven por sus manos» nos sirve de guía para la descripción de los distintos oficios. Así, el barbero tenía por trabajo afeitar, cortar y arreglar la barba, el bigote y el pelo a los hombres. Tijeras, peine, brocha, navaja o cuchilla y maquinilla eran sus herramientas. La barbería, junto con el bar, eran considerados los santuarios del hombre, lugares donde conversar. Lo tenían por oficio Modesto Quintero Guerrero, c/Pedro Cortés de Monroy 4, de 32 años; Francisco Ramos Pérez, c/Cruces 26, de 22 años; Francisco Cupido González, c/La Carrera 14, de 25 años; Alejandro Corbacho González, c/El Pilar 1, de 27 años y José Ramírez González, c/El Pilar 6, de 32 años. Por otra parte, el peluquero Cipriano Muñoz Gordillo, c/Coso 29, de 27 años, peinaba, cortaba y arreglaba el cabello.
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Relacionados con la molienda del trigo y su posterior transformación, encontramos diversos oficios de posible tradición familiar. Los molineros José Espinosa Gómez, c/Pedro Cortés de Monroy 27, de 23 años; Pedro Banderas Trinidad, c/La Virgen 47, de 52 años y Toribio Espinosa Dorado, c/La Plumilla 9, de 32 años, elaboraban la harina y piensos a partir de distintos cereales. Los panaderos Toribio Gragera Domínguez y su hijo Francisco Gragera Espinosa, domiciliados respectivamente en c/La Plumilla 23 y Plaza de la Fuente 9, de 62 y 32 años; Ildefonso Benítez González, c/Cantarranas 61, de 63 años; Juan Benítez López, c/Cantarranas 59, de 43 años; Francisco González Benítez, de 29 años; Francisco Paredes Benítez, c/Cantarranas 67, de 31 años; Álvaro Paredes Paredes, c/La Carrera 58, de 42 años y Alejandro Sánchez Damián, c/Cantarranas 42, de 48 años, cuya dura labor, tanto por su horario como por estar muchas horas de pie, era hacer el pan. El confitero o pastelero Arcadio Gordillo Seguro, Plaza de la Fuente 4, de 27 años, elaboraba y vendía los dulces y confituras.
Como cocinera estaba censada Josefa Espinosa Guerrero, c/Juan Andrés Valor 1, de 45 años, encargada de guisar y aderezar los alimentos.
Los tablajeros, carniceros o tenderos, Francisco Rodríguez Rincón, c/La Carrera 55, de 28 años y Miguel Quesada Quesada, c/Los Cerratos 44, de 43 años, reciben este nombre porque es el que se daba a los vendedores de diversos artículos alimenticios en los puestos públicos o tablas de los mercados y plazas.
Diego Pulido Espinosa, censado en c/Independencia, de 69 años, tenía el oficio de pescador, dedicado a la captura de peces por medio de anzuelos, redes, trasmallo o tarraya. En muchas ocasiones, solía ser un trabajo de subsistencia o de complemento para el sustento familiar.
CARPINTEROS, HERREROS Y HERRADORES
El trabajo de la madera está considerado como de los más antiguos. El carpintero es la persona que trabaja, diseña, elabora y repara piezas de madera como muebles, puertas, ventana, etc. Verdaderos artesanos, junto a los herreros y alfareros entre otros, garantes de la tradición popular. La Zarza contó con un nutrido grupo de carpinteros: los hermanos Lucrecio y Ramón Banderas Rebollo, afincados en c/Juan Andrés Valor 4 y c/La Fuente 10 respectivamente, de 47 y 43 años; Marcelino Galán González, c/Olivares 24, de 28 años; Isidoro Muñoz Paredes, c/Pedro Cortés de Monroy 5, de 25 años; Germán Dorado Reyes, c/Sarteneja 2, de 36 años; Marcelino Guerrero Carroza, c/La Iglesia 16, de 36 años; Francisco Molina González, c/Salsipuedes 7, de 28 años; Fernando Ruiz Pulido, c/Sarteneja 21, de 60 años; Manuel Flores Benítez, c/Calvario 16, de 23 años; Anselmo Gutiérrez Arias, c/Pila de los Frailes 2, de 56 años; Felipe Ramírez Barrero, c/La Carrera 3, de 28 años; Francisco Molina Barrero, c/Cantarranas 53, de 27 años; Fernando Molina Pereira, c/Cantarranas 57, de 55 años; Benito Molina Pereira y su hijo Manuel Molina Flores, avecindados en c/Olivares 20, de 52 y 25 años.
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Los herreros trabajaban el hierro con el fin de obtener todo tipo de herramientas, utensilios y útiles varios, con la ayuda de la forja, yunque y martillo. La técnica de la herrería exigía fuerza, ingenio y habilidad; la experiencia y destreza eran determinantes para obtener unos trabajos de calidad. Trabajaban en este oficio Sebastián Gómez Almendro, c/Los Cerratos 73, de 27 años; Alfonso Seguro Corbacho, c/Juan Andrés Valor 7, de 48 años; Cipriano Seguro Zúñiga, c/Juan Andrés Valor 9, de 55 años y Manuel Seguro Corbacho, Avda. de la Constitución 4, de 51 años.
Otro oficio muy necesario en esa época fue el de herrador, ya que parte de los transportes y tareas agrícolas se realizaban con las llamadas «bestias». Su trabajo consistía en colocar las herraduras a los equinos (caballos, mulos y burros). Utilizaba como herramientas el potro de herrar, la bigornia, las cuchillas, el cepillo, la lima, las tenazas, el martillo, los clavos, etc. Varios herradores cumplían esta función: Julio Rumbo Borrella, c/Cotillo 5, de 38 años; José Damián Paredes, c/Pila de los Frailes 23, de 32 años; Rafael Bravo Godoy, c/La Virgen, de 36 años y José Porro Caballer, c/La Carrera 9, de 40 años.
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Complemento del herrador sería el talabartero, en este caso Ciriaco Moreno Clemente, censado en c/Pedro Cortés de Monroy, de 32 años, que tenía por oficio hacer guarniciones para caballerías, correas y objetos de cuero. Fabricaba o arreglaba sillas de montar, albardas y aparejos, así como el conjunto de correajes y demás efectos que se ponían a las caballerías para que tirasen de los carruajes o para montarlas y cargarlas.
Antonio Valadés Álvarez, empadronado en c/Pedro Cortés de Monroy, de 30 años, hojalatero, cuyo oficio era hacer, vender o reparar piezas de hojalata. Entonces resultaba mucho más barato recomponer las piezas que adquirir otras nuevas. La hojalatería ha sido un oficio de gran arraigo, en un tiempo que no se conocían ni la producción industrial ni el uso de materiales nuevos como el plástico. Hasta el último cuarto del siglo XX, los productos de hojalata cumplían su función sirviendo como envases y recipientes, candiles, moldes de repostería, embudos, faroles, tarros y cantarillos.
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La albañilería también está considerada como un oficio muy antiguo y fundamental para el desarrollo de la humanidad. El albañil se dedica a construir nuevos edificios, así como a reparar y mantener los ya existentes, además de diferentes obras menores. Debía tener otros conocimientos auxiliares para los replanteos de obras e interpretación de los planos y escalas. La nómina de albañiles, entre los que estaba una mujer, era la siguiente: Manuel Ortiz Banderas, c/La Cuesta, de 40 años; Francisco Benítez Recio, c/La Cuesta 8, de 54 años; Julio Naranjo Benítez, c/La Cuesta 7, de 29 años; Clemente Zambrano Benavente, c/La Cuesta 8, de 25 años; Fermín Gómez Benítez, c/Pila de los Frailes 7, de 44 años; Diego Espinosa Pereira, c/Cantarranas 5, de 27 años; Antonio Farrona Trinidad, c/San Gregorio 19, de 29 años; Julio González Romero, de 39 años; José Lavado Sánchez, c/La Carrera 64, de 24 años; Francisco Sánchez Espino, c/San Gregorio 3, de 24 años; Víctor Tobalo Moreno, c/San Gregorio 53, de 45 años; Pedro Espinosa Pereira, c/Olivares 12, de 33 años; Manuel Molina Banderas, c/Los Cerratos 51, de 35 años; Francisco Naranjo Benítez, c/Los Cerratos 8, de 44 años y Josefa Trinidad García, c/Cotillo, de 25 años.
Relacionados con la construcción estaban los picapedreros como Pedro José Bermejo Romero, avecindado en c/La Plumilla 3, de 56 años, que realizaban varios cometidos como extraer piedras de una cantera, labrarlas para su uso en la construcción y también, a golpe de mazo, las reducían y molían.
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El electricista es un profesional que realiza instalaciones y reparaciones relacionadas con la electricidad, especialmente en máquinas e iluminación. De esta labor se encargaban Juan Pedro Casablanca Cabecera, c/Coso 10, de 40 años e Ildefonso Quintero Guerrero, Plaza del Ayuntamiento 6, de 57 años.
Dedicado al mantenimiento y reparación de máquinas y motores, Alfonso Pacheco Carrasco, c/Juan Andrés Valor 12, de 42 años, ejercía el oficio de mecánico.
PROFESIONES: SALUD, ENSEÑANZA, FUNCIONARIOS...
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Otras profesiones, que no oficios, completaban el panorama laboral de Zarza de Alange en la década de los 30, también reflejados en el censo electoral de 1934-35.
De la salud de las personas se encargaban los médicos Juan Andrés Valor Nogales, Plaza del Ayuntamiento, de 86 años; Antonio López Barquero, c/La Carrera 18, de 35 años y Manuel Quesada Cerrato, c/La Carrera 8, de 33 años, que eran las personas legalmente autorizadas para ejercer la medicina como conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas. Los farmacéuticos Francisco Guerrero Cortés, Plaza del Ayuntamiento 10, de 36 años y Sergio V. Guillén Fernández, c/La Carrera 21, de 32 años, dispensaban los medicamentos, preparando y combinando productos naturales o artificiales como remedios de las enfermedades o para conservar la salud. Francisco Rumbo Borrella, c/Pósito 12, de 40 años, practicante de farmacia, ayudaba a los anteriores en la preparación y despacho de los medicamentos. Carmen Nuño Palacio, c/El Pilar 14, de 71 años y posiblemente su hija Rosaura Reyes Nuño, c/Reyes Huertas, de 37 años, eran las encargadas, como matronas, de asistir a las parturientas y traer nuevas vidas al pueblo.
De la salud de los animales, los veterinarios Miguel Barquero Carvajal, c/La Carrera 18, de 71 años y Juan José Tovar Tovar, Plaza del Ayuntamiento, de 27 años, autorizados por ley para prevenir y curar las enfermedades animales, así como controlar los alimentos de origen animal.
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La labor de enseñar la escritura, lectura y primeras letras a los más pequeños estaba en manos de los maestros nacionales M.ª Ramona Ponce Rosado, de 36 años; María Barragán Zúñiga, c/Juan Andrés Valor 8, de 24 años; Luisa Lillo de Moya, c/El Pilar; Ascensión Sánchez Ucar, c/El Pilar 8, de 37 años; Ezequiel Martín Navarro, Plaza del Ayuntamiento 5, de 35 años y Faustino Barrera Morales, Plaza del Ayuntamiento 8, de 38 años, y de las profesoras Isabel González González, c/La Plumilla 3, de 56 años y María Trinidad Pérez, c/Los Cerratos 4, de 26 años.
La «salud» espiritual se encomendaba al sacerdote Jaime Salgado Casillas, c/La Carrera 26, de 50 años, que celebraba la misa y administraba los sacramentos.
El apeadero de ferrocarril, situado a orillas del Guadiana, contaba con un jefe de estación, Manuel Gil Carranza, con domicilio en la propia estación, de 50 años, cuya función consistía en controlar y dirigir todo lo referente al tren dentro de la estación, excepto la circulación al tratarse de un apeadero, además de ejercer el mando sobre sus trabajadores, así como de las labores administrativas; un encargado de ferrocarril, Bartolomé Delgado Lora, de 35 años, que gestionaba el mantenimiento e inspección de las vías y obras, así como del puente metálico sobre el Guadiana, y un ferroviario, Miguel Porro Lozano, censado en la estación, de 30 años, encargado de la carga y descarga de los trenes y limpieza de la estación, entre otras funciones.
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Del correo se ocupaba el cartero peatón Isidro Corbacho Benítez, c/Reyes Huertas 26, de 56 años, que desarrollaba los servicios postales básicos como recogida y entrega de correspondencia, venta de sellos, certificados, etc, además de enlazar dos oficinas de correos.
Como dueños de negocios e industrias figuraban en el censo Marcial Amador Villa, Plaza del Ayuntamiento, de 30 años; Gaspar Caballo Plaza, Avda. de la Constitución 6, de 41 años; Gregorio Coronado Lavado, Avda. de la Constitución, de 33 años y Fernando Lavado Sánchez, Avda. de la Constitución 12, de 68 años.
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Entre las profesiones liberales había abogados, Nicolás González de Reguesal, con domicilio en c/La Carrera 29, de 33 años; Diego Montero de Espinosa Pantoja, c/La Carrera 27, de 29 años y Wenceslao Pantoja de Idrovo de Castañeda, c/Olivares 4, de 62 años, que ofrecían profesionalmente asesoramiento jurídico y defensa de las partes en los procesos judiciales; perito agrícola, Fructuoso Guerrero Trinidad, c/La Carrera 16, de 31 años, especializado en asignar un valor económico a bienes relacionados con la agricultura, como fincas, tierras, cosechas o maquinaria y actuar en casos de juicio relacionados con la agricultura, e inspector de seguros, Luis López Barquero, c/La Carrera 18, de 38 años, que investigaba las declaraciones realizadas por los asegurados y comprobaba que cada reclamación estuviera cubierta por los términos de las pólizas.
Por último, los funcionarios municipales estaban representados por los secretarios del Ayuntamiento, en ejercicio o no de sus funciones en el momento del censo, Martín Mayordomo Trinidad, c/Coso 11, de 48 años; Tomás Muñoz Naharro, c/Pedro Cortés de Monroy 1, de 60 años y Rogelio Moreno Díaz, c/Pintores, de 65 años, responsables de las labores administrativas y custodia de los documentos; el secretario del Juzgado José Manuel Toresano Flores, c/Sarteneja 3, de 45 años, que entre sus funciones autorizaba actuaciones judiciales, providencias, autos y sentencias; el oficial de Secretaría Francisco Macías Barroso, c/La Carrera 3, de 41 años, que colaboraba en tareas administrativas; el auxiliar de Hacienda Pedro Macías Bravo, c/Salsipuedes 3, de 24 años, en labores de finanzas locales; el guardia municipal Álvaro Cerrato Blázquez, c/La Cuesta 18, de 36 años, y los guardas Diego Manuel Nogales Mateos, c/Cotillo 20, de 60 años y Pedro Gutiérrez Pulido, c/San Gregorio 14, de 50 años, sin especificar si son guardas de campo, de peón caminero, del pilar público o del cementerio.
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FABIÁN LAVADO MARTÍNEZ (Cronista Oficial de La Zarza)
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