

PEDRO ESPINOSA
Martes, 26 de septiembre 2017, 06:08
Casado y padre de tres hijos, este madrileño de 43 años apostó por Extremadura para crear su bodega, una bodega que está dando prestigio a los vinos extremeños. Hoy su marca es reconocida internacionalmente.
Es aficionado a la música, la literatura, el cine y el baloncesto, e imparte clases en el Máster de Viticultura y Enología de la Universidad Politécnica de Madrid.
¿Cuándo y por qué vino a Extremadura? ¿Conocía la región? ¿Qué le atrajo?
Durante años estuve buscando dónde poner en marcha un proyecto vitivinícola. Visité muchas regiones españolas estudiando opciones que no terminaron de cuajar, pues el objetivo era involucrarme de manera real en la elaboración y definición de los vinos, no actuar como inversor. Me llamó la atención el hecho de que siendo Extremadura una región productora de vino, no tuviera vinos reconocidos entre los mejores de España por las guías y prescriptores más importantes. Al conocer la región me di cuenta de que tenía potencial sobrado para lograr el objetivo. El reto de conseguirlo fue el principal motor de motivación.
¿Cómo descubrió la zona, los terrenos donde posteriormente iban a plantar los viñedos?
Un cúmulo de casualidades me trajo hasta este lugar, pero pronto me di cuenta de que las características geoclimáticas del enclave eran tremendamente especiales. La mina de La Zarza me dio una pista fundamental para identificar una de las pocas zonas de subsuelos calcáreos de la región, lo que confiere mucha singularidad y finura a los vinos que proceden de ella. Estudiamos mucho el terreno antes de decidir el lugar más adecuado de estas sierras para plantar el viñedo.
¿Qué uvas cultivan en sus viñedos?
En nuestra viña, íntegramente plantada en vaso y en secano y trabajada de manera estrictamente ecológica, tenemos parcelas de variedades como garnacha tintorera, que es nuestra variedad más emblemática, tempranillo, graciano o las intencionales pero muy bien adaptadas a nuestro entorno, cabernet sauvignon, syrah o petit verdot.
¿Qué diferencia a sus viñedos de los de otras comarcas extremeñas?
El estar encajados entre dos sierras, refrescados por una corriente de viento atlántico permanente y con un suelo muy equilibrado, con arcilla, arena y un gran estrato calcáreo en profundidad, nos hace únicos. Es un lugar singular, a la altura de los grandes viñedos de cualquier región internacional, capaz de dar vinos de muy alta calidad.
¿Cómo se inició en el mundo del vino?
El mundo del vino me atrajo desde muy joven. No tengo antecedentes familiares en él, pero me resultaba muy atractivo desde siempre. La magia, tras la apertura de una botella de vino para celebrar, siempre me cautivó. La posibilidad de integrarte en la naturaleza con un producto vivo, la historia que rodea esta bebida... Mientras desarrollaba mi carrera profesional en ámbitos bien distintos, me empecé a formar de manera autodidacta, después llegó la formación reglada, que terminó con la obtención del título de Máster en Enología y Viticultura de la Universidad Politécnica de Madrid, programa en el que ahora soy profesor.
¿Cuáles son las señas de identidad de Pago Los Balancines?
Nuestra filosofía se resume en una frase que acostumbramos a utilizar a modo de mantra para explicar el objetivo que nos guía, hacer vinos excelentes a precios razonables. Queremos liderar algo que llamamos la democratización del vino. Se trata de poner al alcance de un gran número de personas vinos con un excelente nivel de calidad con precios sensatos y accesibles para un público amplio. Es posible conseguirlo y lo estamos demostrando.
¿Qué se necesita para elaborar un buen vino?
Es imprescindible disponer de uvas de altísima calidad, procedentes de viñedos de baja producción y cuidar hasta el más mínimo detalle en la elaboración y crianza.
A pesar de ser una bodega joven, tiene abierto mucho mercado internacional. ¿A qué países exportan, principalmente?
Nuestros vinos tienen o han tenido presencia en más de 20 países. Estamos en todos los continentes salvo Oceanía, aunque realmente nuestro trabajo de exportación no ha hecho más que empezar. Tenemos mucho camino por recorrer. En la actualidad, Suiza es nuestro primer mercado, seguido por Alemania, China, Japón, Estados Unidos, etc.
Ha obtenido numerosos premios, tanto a nivel nacional como internacional. ¿Qué importancia tienen los premios para su bodega? ¿Con cuál se quedaría?
La verdad es que hemos sido muy afortunados y desde el principio se ha reconocido nuestro trabajo con numerosos premios en España y en el mundo. Son muy importantes porque dan información al consumidor, en un mercado muy saturado. Es difícil quedarse con uno, todos han jugado un papel importante. Tal vez la Gran Medalla de Oro que acaba de recibir Haragán en el Concurso Mundial de Bruselas, entre más de 9.000 vinos, pues bendice a un vino en el que hemos puesto muchas ilusiones.
Cuidan mucho el diseño de las botellas, su etiquetado ¿Qué grado de importancia tiene la imagen?
Para nosotros la imagen que envuelve a nuestros productos es clave. Todo el trabajo que hay detrás de cada botella, el enorme esfuerzo que supone trabajar para conseguir las cotas de calidad que conseguimos en nuestros vinos, se tiene que ver potenciado por una presentación que ponga en valor todo ese trabajo.
Aunque imaginamos que la elección será muy difícil ¿cuál de sus vinos es el preferido?
Haragán. Es sin duda la mejor expresión de nuestro viñedo, se elabora con las uvas más especiales de cada parcela, seleccionadas meticulosamente y cuidadas hasta la locura en su elaboración. Es la imagen fiel de un lugar, de nuestro lugar.
¿Qué relación tiene Pago Los Balancines con La Zarza?
La relación es grande y muy profunda. Desde que recalamos en esta sierra y comenzamos hace 12 años a poner en marcha el proyecto, nuestra relación con La Zarza ha sido continua. Tenemos trabajadores del pueblo en nuestra plantilla, proveedores que ya son amigos, restaurantes a los que acudimos con clientes o familia Nos sentimos muy queridos en La Zarza y agradecemos mucho la hospitalidad y el cariño con el que siempre senos trata. Creo que de algún modo, muchos zarceños sienten Pago los Balancines como propio, y eso nos llena de orgullo.
¿Y por último, qué nos puede contar sobre la cría de mastines que llevan a cabo?
Es nuestra otra gran pasión. Trabajamos mucho para reintroducir el mastín en los rebaños, al cuidado del ganado, para evitar el exterminio de los depredadores. Es un modo de contribuir al equilibrio medio ambiental y además nos conecta con los más de 4.000 años de historia trashumante de nuestra región, que hubiera sido imposible sin contar con la ayuda de la única raza capaz de hacer frente al lobo y al oso.
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