

PEDRO ESPINOSA
Miércoles, 30 de noviembre 2016, 11:00
A sus 63 años, el General de División de la Guardia Civil, Antonio Dichas Gómez, se encuentra desde 2013 en situación de reserva activa. Nacido en La Zarza, pero criado en Ibahernando (Cáceres), ha dedicado toda su vida a la Guardia Civil.
Casado con una cacereña y padre de tres hijos, es, además, Licenciado en Derecho y diplomado en Criminología. Se encuentra en posesión, entre otras, condecoraciones. de la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo o la Cruz de San Raimundo de Peñafort.
¿Por qué decidió ser Guardia Civil?
A los 16 años, no sabía qué estudiar. Entonces sólo se podía cursar en Badajoz las carreras de Medicina, Química o Magisterio, pero ninguna de ellas me llamaba la atención.
Un cierto día apareció por mi casa un familiar que era teniente de la Guardia Civil y tenía mucha ascendencia en la familia. Me preguntó si no quería hacer lo mismo que él, pregunta que sería el detonante para que me decidiera por optar al ingreso en la Academia General Militar de Zaragoza y convertirme en Oficial de la Guardia Civil.
¿De dónde le viene la vocación?
No lo sé, supongo que de la infancia. Recuerdo jugar con mis amigos en Ibahernando a la guerra, adjudicándonos los empleos de soldado, capitán, sargento Además, veía a los guardias civiles del pueblo con su uniforme, armamento, etc.
¿Cómo ha evolucionado la Institución desde su ingreso hasta la actualidad?
Para quienes hemos vivido directamente y desde primera fila el devenir del Cuerpo de la Guardia Civil en estos últimos casi cincuenta años, nos resulta difícil comprender que haya podido producirse, pacíficamente, un cambio tan enorme y profundo, en todos los órdenes, en nuestra Institución. Esta evolución, adaptándonos a los continuos cambios políticos, sociales, económicos, modificando métodos y procedimientos de actuación, asumiendo con absoluta naturalidad y rapidez las nuevas tecnologías de gestión e investigación, ha sido, sin duda, el gran reto al que ha hecho frente un Cuerpo tan cerrado y hermético como siempre fue el mundo del tricornio. Y lo hemos hecho aparentemente sin esfuerzo, casi sin darnos cuenta. Nuestro Cuerpo hoy no se parece en nada a la institución a la que me incorporé hace tantos años.
¿Cuáles han sido los momentos más duros de su vida profesional?
Tras tantos años de vida profesional y casi siempre en destinos muy relacionados con la delincuencia, el crimen organizado, las drogas, etc. decir que todo ha sido un camino de rosas sería difícil de creer.
He pasado por momentos peligrosos desde el punto de vista de riesgo personal, momentos con problemas profesionales complicados, otros rodeados de circunstancias dramáticas, crímenes, asesinatos, el drama de la inmigración Pero debo decir, supongo que será memoria selectiva o simplemente porque siempre viví estos asuntos desde el punto de vista profesional, que no los recuerdo como momentos de especial dureza.
¿Y los mejores?
Los que me conocen, los que me tratan habitualmente, me escuchan decir con frecuencia que he sido y soy un hombre afortunado, un hombre con suerte en todos los sentidos. He vivido mi vida con intensidad, exprimiendo cada momento al máximo tanto en lo personal como en lo profesional, y por tanto, cuando miro hacia atrás solo veo momentos, destellos, flashes continuos siempre agradables. Me resulta muy difícil distinguir o clasificar cuáles han sido mis mejores momentos.
De los destinos profesionales que ha tenido, ¿con cuál se quedaría? ¿Por qué?
En todos mis destinos he sido feliz. Recuerdo las maravillosas experiencias y sensaciones de mi primer destino como teniente en Villanueva del Fresno. Fue mi primera experiencia real con la Guardia Civil, con guardias que me doblaban la edad, las noches en la frontera, la gente del pueblo
No puedo olvidar mis primeros contactos con la investigación, como capitán del Servicio de Información de Badajoz, mis primeras detenciones importantes, el orgullo de resolver delitos y ver su reflejo en la prensa acompañado con felicitaciones y condecoraciones.
Recuerdo, asimismo, con satisfacción mi paso como capitán del Grupo Fiscal y Antidrogas de Andalucía, Ceuta y Melilla. El trabajo constante, incesante, saltando de una provincia a otra, de un continente a otro, tras las organizaciones de drogas y contrabando que tanto proliferaban en toda aquella zona. En esa época hice mi primer curso en el extranjero, en Washington, con la D.E.A., órgano antidrogas norteamericano.
La experiencia acumulada en ese destino y algunos éxitos importantes obtenidos, propiciaron que al ascender a teniente coronel me encomendaran dirigir los servicios regionales del Cuerpo de Información, Policía Judicial y Fiscal, de una zona como la de Andalucía.
En cuanto a mi destino como Jefe de Comandancia de Cádiz, según toda mi familia es el lugar donde más felices hemos sido. Por primera vez tuve la fortuna de gestionar integralmente una gran unidad del Cuerpo. Fue una época extraordinaria. Creo que Cádiz es el lugar más agradable del mundo para vivir, su gente, su alegría, su clima, su mar, su playa... Sólo la inmigración, con el enorme drama que subyace con ella, pudo empañar aquellos maravillosos años.
La gran alegría que supuso el ascenso a General se vio duplicada con el destino precisamente a la Zona de Andalucía. Su extensión territorial, su número de habitantes, su problemática turística, la proximidad con Marruecos a efectos de drogas e inmigración y los 16.000 guardias civiles que la integran hacen de ella la Zona más importante. Finalmente, tras mi ascenso a General de División, me destinaron a la Agrupación de Tráfico. Menos guardias civiles que en Andalucía, 10.000, pero todos ellos especializados en seguridad vial. Se trataba de la Unidad de la Guardia Civil con más repercusión tanto a nivel nacional como internacional y la que contaba con mayor riesgo, y más muertos y heridos en acto de servicio.
Terminé enamorándome de esta Unidad encargada de velar en España por la seguridad de tantos millones de desplazamientos de personas y mercancías.
Hace diez años fue el general más joven de la Guardia Civil. ¿Qué significó para usted?
Nada en especial. Lo consideré un premio y sentí solo la satisfacción de haber cumplido bien con mi trabajo durante tantos años.
Si no hubiera sido Guardia Civil ¿a qué cree que se habría dedicado?
Nunca lo pensé, pero tampoco me veo siendo otra cosa y en otro sitio que con mi querida Guardia Civil.
¿Qué apartados o aspectos quedan por mejorar en la Guardia Civil?
La Guardia Civil es una enorme máquina perfectamente engrasada y dispuesta para marchar siempre adelante, lenta pero segura. Si los poderes políticos y sus representantes al mando del Cuerpo respetan sus valores tradicionales que la han hecho merecer estar siempre entre las instituciones más valoradas por los españoles, y, sin perjuicio de desarrollar las políticas que dicte el Gobierno, dejan hacer a los responsables de los distintos escalones del Cuerpo, la maquinaria es lo suficientemente fiable para que funcione perfectamente y el tiempo y las necesidades harán que se mejore constantemente.
¿Qué recuerdos guarda de su infancia o adolescencia en La Zarza?
Cuando tenía tres años, mis padres se trasladaron, por motivos laborales a Ibahernando, que fue el pueblo donde realmente me crié. Veníamos a la Zarza e vacaciones, fiestas, etc. Aún conservo algunas amistades de la infancia.
Sobre la adolescencia, cómo no recordar a la pandilla y a los primeros amores que dicen que nunca se olvidan. Seve, Juan el Trini, José el del comercio, Quiquino el de los portales, entre otros amigos y Cati Naranjo, su hermana Marcela, Ana Guerrero, María Jesús, etc., entre las queridas amigas.
¿Y en Ibahernando?
En Ibahernando, donde mis padres eran muy queridos y respetados, pasé mi infancia y parte de mi juventud. Allí me conoce y conozco a todo el mundo, tengo grandes amistades y sobre todo está mi Virgen de la Jara, a la que mi madre me inculcó la devoción y a la que entregué no hace mucho mi fajín de General. Le rezo cada vez que paso a la ida o vuelta de Madrid.
¿Viene a menudo a La Zarza?
Desgraciadamente cada vez voy menos. Porque cuando me acerco, además de dar una vuelta por la casa de mis padres y realizar algunas compras, no suelo ver a ninguno de mis amigos, unos porque no viven allí y otros porque no salen. Normalmente voy el cinco de agosto y a la feria de septiembre.
¿A qué se dedica en la actualidad?
Mi mujer dice que me casé con la Guardia Civil y después con ella por mi hiperactividad. En la actualidad, para llenar el tiempo libre y seguir relacionado con el Cuerpo, doy clases en Badajoz en una Academia preparatoria para el ingreso en la Guardia Civil.
¿Qué aficiones tiene?
Mi mayor afición son los amigos y gracias a Dios cuento con algunos repartidos por medio mundo, por media España y por media Extremadura.
En mis ratos libres me sigue gustando muchísimo el flamenco, mi jardín y alguna que otra hora le dedico a la bicicleta dando paseos por las preciosas orillas del Guadiana, a su paso por Badajoz.
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