Borrar
Alonso Gil, en imagen reciente CEDIDA
Entrevista a Alonso Gil, 'Loncho', artista plástico

Entrevista a Alonso Gil, 'Loncho', artista plástico

«Que algo que alguien ha creado te modifique, es una de las experiencias más importantes que te puede pasar como ser humano»

Domingo, 13 de octubre 2024, 18:29

Alonso Gil, 'Loncho' (Badajoz, 1966) es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. En la actualidad reside en la capital hispalense. Ha vivido y trabajado en contextos diversos como Ciudad de México, Nueva York, Roma o los campamentos de refugiados del Sáhara Occidental, impregnándose de sus culturas, sus saberes y sus complejidades. Dependiendo del contexto, utiliza una gran variedad de medios para su práctica: vídeo, pintura, fotografía, música, publicaciones, intervenciones y acciones urbanas. Ha participado en numerosas exposiciones nacionales e internacionales, tanto a nivel individual como colectivo.

¿Cómo nace el interés de Alonso Gil por el arte?

De una manera muy fluida. Creo que mi madre vio que teníamos ciertas aptitudes para dibujar, pintar e imaginar y consideró que lo mejor era fomentar nuestra creatividad, la de mi hermana Victoria y la mía, a través de clases de pintura, algo que a mí me divertía mucho. Siendo un niño inquieto, se me pasaba el tiempo volando.

Desde entonces hasta ahora, he visto en el arte una manera de expresar y comunicar, una valiosa herramienta para incitar a la reflexión y construir miradas críticas sobre nuestro entorno.

¿Cuánto tiempo le lleva realizar una obra?

Yo, como mucha gente, soy un artista que trabajo 24 horas al día, incluso cuando duermo también trabajo. Digamos que estoy de guardia y en guardia constantemente, porque el arte es un estado de alerta permanente, es un continuo, uno no para y dice: ahora no voy a hacer arte…

Si tuviera que elegir una palabra que le definiera ¿cuál sería?

Artifex. Un operario que pinta con la actitud del alquimista, al mismo tiempo creador y trabajador manual, condiciones ambas que en la antigüedad compartían tanto los pintores, los poetas y los músicos como las tejedoras, los carpinteros y los médicos.

A lo largo de su trayectoria ha explorado y transitado numerosos caminos, ¿qué le mueve a innovar y buscar nuevas formas de expresión?

A mí me gusta trabajar con la realidad que me rodea. Pienso que el arte puede cambiar el mundo y considero que es un medio sanador de los conflictos políticos, personales y sociales. Creo que el arte tiene muchas potencialidades, que es capaz de modificar nuestras percepciones, de cuestionar, de interpelar y de cambiarnos a cada uno de nosotros. Y está claro que, si cambiamos nosotros, también lo hará el mundo.

Mediante el arte se pueden hacer muchas más cosas de lo que parece... Mi amigo Molud dice que el arte puede llegar más lejos que los misiles, y yo lo comparto.

¿Cómo es su proceso de creación? ¿Cuál es la técnica y género artístico que más le gustan?

Me siento bien expresándome con diferentes medios. Algunos son más liberadores para mí, como pintar y dibujar, pero los modos de hacer están al servicio de las ideas. Cada obra tiene su propia forma de llegar a existir. Creo que el arte tiene de su lado una especie de 'sinestesia de las disciplinas', es decir, puedes grabar un vídeo como si pintaras o pintar como si modelaras en barro.

Cuéntenos sobre su última exposición, sus actuales actividades y próximos proyectos.

Estoy casi recién llegado de Roma donde gané una residencia de ocho meses en la Academia de España. Hasta finales de noviembre se puede ver allí la exposición Processi 151 formada por los trabajos resultantes de este periodo.

Durante mi estancia en Roma he pintado, dibujado, teñido telas, arañado fotografías y papeles encerados y entintados, he documentado situaciones en video y he bebido de los mitos de la historia para jugar con ellos en el día a día.

Esta estancia ha significado un punto de inflexión tanto en mi arte, como en mi manera de ver el mundo. Roma, la propia idiosincrasia de la ciudad, conformada por capas de historia superpuestas, ha hecho que estuviera siempre buscando, asociando y relacionando ideas. Trabajar en mi estudio de la Academia ha sido algo maravilloso.

En octubre me marcho a los campamentos de población refugiada saharaui en Argelia, a trabajar en el marco de ARTifariti; Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sáhara Occidental, un proyecto que reivindica a través de las prácticas artísticas, el derecho de las personas y los pueblos a su tierra, su cultura, sus raíces y su libertad.

También estoy trabajando en una exposición para el Museo de Arte Contemporáneo 'Moreno Galván' de La Puebla de Cazalla (Sevilla).

¿Considera que se puede vivir del arte en España?

Es difícil, pero se intenta. Lamentablemente sucede igual que en muchos otros campos que se basan en la investigación y la experimentación.

¿Cuál es su fuente de inspiración?

No creo en la inspiración. Sí es cierto que a veces te sientes de mejor humor y más receptivo a cuestiones que no te esperabas y te sorprenden. Sobre todo, me motiva el hecho de que unas cosas te vayan llevando a otras y eso solo se consigue con el trabajo continuado. Y ahí no hay inspiración que valga… Son los propios procesos los que te abren la cabeza a cosas inesperadas.

¿Tiene alguna preferencia a la hora de elegir los temas para sus creaciones?

Me gusta trabajar con lo que tengo a mi alrededor. No hay ninguna regla, son las cosas las que me intrigan. El arte quizás sea el último territorio virgen donde la exploración y la aventura aún son posibles e imaginables.

¿Cuáles son sus artistas más admirados y cuáles piensa que le han influido?

Son muchas y muchos. La verdad, no sabría por dónde empezar…

¿Qué es el arte para usted y para qué sirve, cuál es la función del arte en la sociedad?

Tengo un concepto del arte como algo no estático sino, por el contrario, dinámico, abierto a la interpretación de los otros. En definitiva, pienso en el arte como vehículo para la renovación del pensamiento y la vida cotidiana.

No hay otra manera de explicar, para mí, la trascendencia del arte. Que algo que alguien ha creado te modifique, de la manera que sea, es una de las experiencias más importantes que te puede pasar como ser humano, creo. Y también de las más especiales. No sucede a menudo. De hecho, sucede cada vez menos en tiempos de sobresaturación informativa en los que la espectacularidad y la búsqueda constante de estímulos nos insensibilizan y distancian de aquello creado por los demás.

Fuera del mundo del arte, ¿algún otro tema que le apasione?

Me interesan muchos temas, como por ejemplo la antropología y el pensamiento, pero en el fondo, todos los veo relacionados con mi campo.

Y de la Zarza, ¿qué nos puede contar? ¿qué relación tiene con el pueblo?

La Zarza es un pueblo maravilloso, lleno de gente estupenda, amable, divertida y bastante decidida. No cambiaría por nada el aprendizaje de lo humano y el conocimiento de la naturaleza tan espontáneo que he tenido desde niño, y lo bien que me lo he pasado jugando a lo largo de esos veranos y vacaciones interminables.

Para mí, a día de hoy, pasar en La Zarza unos días es una especie de estado mental que me lleva a sentirme relajado y muy creativo. Por eso regreso a menudo y siempre, la verdad, no tanto tiempo como me gustaría.

¿Qué recuerdos guarda de su infancia o adolescencia?

¡Ufff! Guardo muchísimos. Empezando por las siestas eternas jugando en el Pilar, pasando por los baños en el río Guadiana, hasta la cátedra obtenida en el maravilloso cine de Mauro, donde se forjó mi gusto por los westerns y el marcado acento político que los caracteriza.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Entrevista a Alonso Gil, 'Loncho', artista plástico