Fachada principal del edificio proyectado Archivo General de la Administración(AGA)

El colegio de La Zarza que nunca llegó a construirse (1.931-1.936)

El edificio-escuela proyectado contaba con cuatro aulas de niños, cuatro de niñas y una de párvulos, con un aforo de 42 asientos por clase, divididos en 21 pupitres de dos alumnos

PEDRO ESPINOSA

Martes, 19 de octubre 2021

En puertas de la inauguración del nuevo colegio, el presente artículo recoge la accidentada historia, allá por los años 30, de un edificio-escuela que nunca llegó a construirse.

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Tras la proclamación en España de la II República el 14 de abril de 1931, el nuevo régimen pretendería democratizar y modernizar el Estado mediante reformas económicas y sociales. La nueva situación política fue recibida con entusiasmo y alegría por parte de las clases medias y populares, pero con temor y rechazo por las élites sociales y económicas.

Por aquella época, La Zarza –entonces Zarza de Alange- contaba con un censo de población que rondaba los 4.400 habitantes, dos escuelas de niños y dos de niñas. La corporación municipal estaba constituida por el alcalde, Valentín Guerrero Barragán, y los vocales-concejales Juan Andrés Valor, Ezequiel Martín, Luisa Lillo, Francisco Guerrero, José Muñoz, Pedro Gordillo, Manuel Romero y Antonia Guillén.

Entre las principales prioridades del estado, la educación ocupó un puesto preferente, siendo considerada como el principal medio para mejorar la sociedad española. La formación de los maestros y la educación primaria se convertirían en objetivos fundamentales para los gobernantes, que realizaron numerosos esfuerzos por hacer llegar la enseñanza a todos los ciudadanos sin distinción de clases, modernizando sus métodos, programas, contenidos y recursos.

Con este fin, las autoridades políticas y educativas trabajaron por la escolarización generalizada de toda la infancia, independientemente de su estatus social, por lo que se consideró necesario construir más escuelas y crear más plazas en las mismas para poder cubrir tan gran demanda.

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Escuela graduada frente a escuela unitaria

En el plano pedagógico, frente al modelo de escuela unitaria se impuso el de escuela graduada, que aportaba nuevas técnicas, estructuras y métodos para intentar paliar la posición rezagada de la educación en España en comparación con otros países europeos.

La escuela unitaria respondía a un modelo de organización escolar en el que un único maestro dirigía el proceso educativo de un grupo heterogéneo de alumnos dentro de un mismo espacio o aula de clase. Cuantitativamente este grupo solía ser bastante numeroso y, cualitativamente, reunía a niños de edades diferentes y con distinto nivel de capacidades y desarrollo. El maestro debía realizar, pues, un gran esfuerzo para atender la enseñanza de niños tan diferentes entre sí, por lo que, en ocasiones, se recurría a los alumnos más adelantados para ayudar en tareas docentes.

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Para superar estas dificultades de la escuela unitaria, surgió la escuela graduada, basada en una organización y presentación escalonada de los contenidos de aprendizaje de menor a mayor grado de dificultad, así como en la clasificación de los alumnos atendiendo al grado de sus conocimientos.

Como consecuencia, la escuela se dividiría o distribuiría en diferentes aulas y espacios, con funciones y usos diferenciados; y varios maestros, encargándose cada uno de ellos de uno de los grados, secciones, niveles o cursos en que previamente habrían sido organizados los alumnos y los contenidos.

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Las escuelas graduadas contemplaban, además, el espacio escolar como un espacio educativo que incluirían, por primera vez, las ideas de armonía, confort y salud para el progreso óptimo de la infancia.

Recinto escolar con edificio y patios AGA

En esta línea de preocupación e interés por la educación, la Institución Libre de Enseñanza, tan presente a finales del siglo XIX y primer tercio del XX e impulsora de la renovación de la sociedad española, ya había evidenciado la necesidad de extender la educación básica a toda la población.

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Con este fin se crearon en 1931 las Misiones Pedagógicas, ambicioso proyecto social y cultural que «pretendía llevar a las gentes, con preferencias a las que habitaban en las localidades rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él.»

La acción de las misiones procuraba potenciar en los pequeños pueblos el fomento de la cultura general a través de la creación de bibliotecas fijas y circulantes, proyecciones cinematográficas, representaciones teatrales, conciertos, conferencias, museos ambulantes ..., además de proporcionar una orientación pedagógica a los maestros de las escuelas rurales.

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Conscientes de la importancia de la educación, y sabedores de las graves carencias que existían en el ámbito rural, los dirigentes educativos consideraron que hacían falta en España muchas escuelas, y que estas, asentadas en los distintos municipios, debían ser una realidad.

La construcción de las mismas, siguiendo criterios pedagógicos, habían de reunir unas mínimas condiciones saludables e higiénicas para garantizar e inculcar hábitos de salubridad y dignidad en las nuevas generaciones, según recoge Carolina Gutiérrez-Tejeiro en su trabajo de investigación 'Arquitectura escolar en Extremadura desde 1931 a 1936'.

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En este sentido, el gobierno republicano planeó poner a disposición de todos los niños y niñas de España una escolarización laica y práctica para el desempeño del trabajo futuro. La intención de separar la función educativa de las confesiones y creencias fue tal que en 1932 se disolvió la Compañía de Jesús y un año después se prohibió la enseñanza impartida por congregaciones religiosas, lo que sumó aún más estudiantes por escolarizar a los que ya había. La construcción de edificios escolares era, pues, cada vez más urgente.

A comienzos de los años 30, existían en España alrededor de 37.000 escuelas, pero aún era necesario crear otras 27.000 más, con el consiguiente gasto para las arcas públicas. La inversión debía ser elevada. Con el objetivo de optimizar recursos, en algunos casos se aprovecharían edificios municipales y en otros, serían nuevas construcciones diseñadas por y para acoger la actividad educativa.

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Pero una cosa eran las buenas intenciones y deseos y otra, la realidad. La situación económica que atravesaba el país no era la ideal para atender todas las demandas que se le presentaban, por lo que no todo lo que se planteaba podía llevarse a cabo.

Este fue el caso de la proyectada construcción del colegio de la Zarza (entonces Zarza de Alange) que se quedó, por problemas económicos, solo en proyecto.

Sección lateral del colegio AGA

Solicitud por parte del Consejo Local de Primera Enseñanza

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Entre las actuaciones iniciales de los nuevos gobernantes destacaría la constitución, a principios del curso 31-32, del Consejo Local de Primera Enseñanza, siendo designado presidente del mismo Juan Andrés Valor Nogales, (médico-inspector de Sanidad); vicepresidente, Manuel Banderas Ortiz (padre de familia); secretario, Faustino Morales Barrera (maestro nacional); vocales, Antonio Dorado Reyes (representante del Ayuntamiento), Luisa Lillo de Moya (maestra nacional) y María Lavado Molina (madre de familia).

La función de este órgano pedagógico era velar por mantener la buena instalación de la escuela, el mobiliario y el material, estimular la asistencia a clase y colaborar con los maestros en aquellas tareas en las que resultara necesario.

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En uno de sus primeros acuerdos adoptados, se propuso al Ayuntamiento, para su traslado al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, la solicitud de la construcción de un grupo escolar con nueve locales (cuatro secciones de niños, cuatro de niñas y una de párvulos), provisto de las condiciones que exigía la moderna pedagogía y posibilitar así la graduación de la enseñanza. La decisión estaba motivada por el aumento del censo de la población infantil, las malas condiciones higiénicas y sanitarias de los locales donde se encontraban las escuelas, su insuficiente capacidad y el hecho de ser arrendadas.

En octubre de 1931, el alcalde, don Valentín Guerrero Barragán, solicitó al Director de Primera Enseñanza la construcción por parte del Estado del mencionado edificio-escuela con nueve locales, comprometiéndose el Consistorio a hacerse cargo del 25% del importe total de las obras. Así mismo, se requirió al Ayuntamiento la creación de una biblioteca escolar válida para todas las escuelas, con su correspondiente mobiliario y libros o dinero en metálico para iniciarla, siendo designado como encargado de la misma, el maestro don Luis Marín González.

No tardarían las autoridades educativas en tomar nota y en 1932 se incoó expediente de construcción directa por el estado de un edificio escuela graduada con cuatro secciones para niños, cuatro para niñas y una para párvulos.

Pero no sería hasta dos años después cuando, finalmente, se aprobaría el proyecto redactado por la oficina técnica de Construcción de Escuelas.

La futura escuela tenía dos plantas, con nueve aulas, cinco de ellas en la planta baja y una en la planta principal. El solar era rectangular, con una entrada por el este desde una calle de ensanche sin urbanizar, según consta en los planos del Archivo General de la Administración(AGA), de Alcalá de Henares.

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El plano de emplazamiento definía que la situación del edificio se encontraba a las afueras de la localidad, en un lugar indeterminado debido a la falta de documentación.

A pesar de disponer solamente de la información proporcionada de los planos, sabemos que las aulas diseñadas eran de grandes dimensiones. Las medidas que se aplicaban entonces eran de 9 x 6, lo que suponía un espacio de 54 metros cuadrados.

Los asientos estaban dispuestos de manera frontal en pupitres de dos alumnos cada uno, sumando en total 42 asientos, que equivaldría al aforo de cada aula.

Distribución e instalaciones de la planta baja AGA

El edificio contaba con numerosos ventanales que dotaban a su interior de suficiente luz, tanto en aulas como en el resto de espacios. Así mismo, estas ventanas proporcionaban una gran ventilación (incluso los cuartos de baño disponían de ventanas al exterior para facilitar la renovación del aire).

La escuela presentaba forma de 'T', teniendo en algunas zonas dos plantas y en otras, solo una. El proyecto ofrecía tres accesos para facilitar la entrada independiente de alumnado de párvulos, niños y niñas. No se observaban decoraciones superfluas en el diseño de la escuela, sino presencia de austeridad, robustez y funcionalidad.

Destacaba la existencia de un espacio rectangular polivalente denominado 'Taller de manualidades', disponible para cometidos varios. Además, la escuela disponía, aparte de las aulas, de espacios destinados a actividades especializadas.

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El edificio se proyectó para ser construido en las afueras del municipio, en un entorno natural. En el proyecto no se observa que exista planificación de modificar el firme del patio, por lo que se deduce que este quedaría virgen.

En cuanto al apartado de higiene, el centro escolar contaría, según el diseño, con dos aseos ubicados en los extremos laterales del edificio.

Problemas económicos en el Ayuntamiento

El presupuesto aprobado era de 235.587,92 pesetas, en el que iban incluidos los honorarios del arquitecto, concediéndose, en principio, una subvención de 184.921,74 pesetas y ascendiendo a 46.230 la cantidad que había de aportar el Ayuntamiento.

Por orden ministerial se dispuso que la mitad de las aportaciones municipales habían de ser ingresadas dentro de los 30 días siguientes a la aprobación del expediente y la otra mitad, en los 30 días posteriores a la adjudicación de la subasta.

Debido a la delicada situación económica que atravesaba el Consistorio, se solicitaron varias prórrogas para formalizar presupuesto extraordinario y concertar un préstamo de 47.500 pesetas. Para ello, el Ayuntamiento ofrecía como garantía una lámina de propios (deuda pública) con un capital nominal de 106.918,21 pesetas, con cuyas rentas más el arbitrio municipal sobre bebidas espirituosas, alcohólicas y espumosas se pagaría el canon anual de 5.957,57 pesetas a la Caja colaboradora del Instituto de Previsión de Cáceres.

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Distribución e instalaciones de la planta alta AGA

Concedidas las prórrogas, aprobado el presupuesto extraordinario y el acuerdo para solicitar el préstamo, la Caja exigía una certificación en la que constara que el Ayuntamiento cumplía puntualmente sus compromisos y que no había sido objeto, en los últimos cinco años, de retenciones ni intervenciones. Pero este documento, necesario para la concesión del préstamo, no se pudo acreditar.

Ante esta situación, se solicitó el 10 de diciembre de 1934, a la Junta Nacional contra el Paro el envío de 46.230,43 pesetas al tratarse de la realización de unas obras que mitigarían el desempleo,« agravado en el pueblo por la poca extensión de su término (6.000 hectáreas y 4.360 habitantes) y estar en su mayor parte en manos de hacendados forasteros». Pero la solicitud, favorablemente informada por la Inspección de Primera Enseñanza, el Gobernador Civil y el Delegado del Trabajo, nunca recibió respuesta. Se agotaban las posibilidades.

Casi un año después, en noviembre de 1935 se dictó una disposición que anulaba las subvenciones a aquellos municipios –entre ellos el de Zarza de Alange- que no efectuasen el ingreso de sus aportaciones en la Caja General de Depósitos. A pesar de esta delicada situación, se recibió una circular comunicando la viabilidad de la construcción con algunas de las siguientes situaciones:

- Influir cerca de la Caja colaboradora de Cáceres para que prescindiera de la certificación solicitada, ya que «el Ayuntamiento destituido había descuidado la labor administrativa». En el caso de que el nuevo Ayuntamiento no cumpliera con sus obligaciones, la Caja podría cobrarse de la lámina presentada.

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- Influir cerca de la Junta contra el Paro a fin de que facilitara las 46.230,43 pesetas para la construcción del edificio y, de paso, mitigar el para obrero de la villa.

- Que, con arreglo a lo dispuesto en la Gaceta de 15 de junio de 1935, se obligara a este Ayuntamiento a cumplir sus obligaciones sobre construcciones escolares derivadas de las normas del Decreto inserto en la Gaceta de 15 de junio de 1934.

-Y, por último, solicitar del Ministerio rehabilitar la subvención anunciada.

Pero ninguna de estas situaciones llegaría a producirse, pues meses después estallaba la Guerra Civil, un enfrentamiento fratricida que truncó todas las ilusiones y proyectos pendientes. El colegio nunca llegó a construirse.

Tendrían que transcurrir 30 años para la edificación de los dos grupos escolares existentes en la actualidad. Pero este tema será tratado en otro capítulo.

PEDRO ESPINOSA GARCÍA

Director del CEIP Ntra. Sra. de las Nieves

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