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Escuela de niños durante la II República
LAS ESCUELAS DE LA ZARZA DURANTE LA II REPÚBLICA (1932-34). Pedro Espinosa

LAS ESCUELAS DE LA ZARZA DURANTE LA II REPÚBLICA (1932-34). Pedro Espinosa

"Los maestros recibían una asignación anual del Ayuntamiento de 300 pesetas en concepto de alquiler de casa-habitación y tenían establecido un sueldo de 3.000 pesetas al año, si eran propietarios y 2.000, si se trataba de interinos"

PEDRO ESPINOSA

Martes, 19 de junio 2018, 13:39

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Tras la proclamación de la República se promulgó una nueva Constitución en la que España fue declarada estado laico. Una de las medidas más polémicas en el terreno educativo fue la adoptada por el director general de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis, al decretar la supresión de la asignatura de religión y de cualquier signo religioso. El crucifijo fue retirado de las aulas provocando una fuerte reacción entre los católicos.

El curso 32-33 arrancó en La Zarza (entonces Zarza de Alange) con 4 escuelas unitarias de niños y otras tantas de niñas (en la casa de la Ermita funcionaban, en locales diferentes y separados, dos de niños y dos de niñas). El horario escolar del nuevo curso sería de 9 a 12 y de 14.30 a 16.30 horas, quedando la plantilla de maestros integrada por don Luis Martín, don Faustino Morales, don Ezequiel Martín y don Marcial Alcón, mientras que al frente de las escuelas de niñas estaban las maestras doña Ramona Ponce, doña Luisa Lillo, doña Ascensión Sánchez y doña María Barragán.

El Consejo Local de Primera Enseñanza continuaba presionando al Ayuntamiento para que solicitara "por ser de suma necesidad" al Ministerio de Instrucción Pública la construcción de un grupo escolar con 4 secciones de niños, 4 de niñas y una de párvulos. La población infantil en estos años era muy numerosa. Había 1121 niños en el pueblo (La Zarza contaba entonces con un censo de 4.500 habitantes) en edades comprendidas entre 3 y 14 años, de los cuales se hallaban matriculados 568, (la matriculación era obligatoria a partir de los 6 años) con una asistencia media de 420 alumnos (más de 50 por clase). De todos ellos, solo 10 (6 niños y 4 niñas) fueron aspirantes a ingreso en bachillerato. Debido a esta elevada matrícula, se acordó que los maestros dieran de baja a aquellos alumnos que llevaran más de 15 faltas sin justificar. Además de las escuelas citadas, existían 4 de adultos en las que se hallaban inscritos 158 alumnos, todos ellos varones, de los que 101 asistían con cierta asiduidad. El inicio de estas clases sería el 1 de noviembre en horario de 18.30 a 20 horas.

En aquella época, los presupuestos municipales asignaban 6.025,60 pesetas a obligaciones de primera enseñanza, mientras que el Estado consignaba 1.366,62 para adquisición de material. Los alquileres medios de los locales destinados a albergar las escuelas oscilaban entre las 100 pesetas si presentaban un estado de conservación mediano y 365, si era bueno, con unas aceptables condiciones higiénicas y pedagógicas.

En cuanto a los salarios de los maestros, recibían una asignación anual por parte del Ayuntamiento de 300 pesetas en concepto de alquiler de la casa-habitación y tenían establecido un sueldo de 3.000 pesetas al año, si eran propietarios y 2.000, si se trataba de interinos.

Mientras tanto, continuaban las inquietudes culturales del nuevo régimen. A primeros de año, se solicitaron al Ayuntamiento las plantas para la celebración del Día del Árbol, seguían organizándose los ciclos de conferencias de las Misiones Pedagógicas, así como los festivales y funciones teatrales a beneficio de la cantina (comedor) escolar, cuyo patronato quedaría constituido el 16 de marzo de 1933.

Patronato de la cantina (comedor) escolar

Bajo la presidencia de la maestra doña Luisa Lillo, don Valentín Guerrero Cortés, fue designado tesorero; don Luis Martín, secretario, y doña Elvira Cortés, doña Pilar Avilés, don Juan Andrés Valor, don Valentín Guerrero Barragán, don Ángel Trinidad, don José Manuel Toresano y don José Delgado, vocales. Entre otros acuerdos decidieron que la cantina escolar funcionase, al menos, durante los meses de octubre, noviembre, diciembre y enero, en los cuales "era mayor la necesidad de amparo en la infancia". Así mismo, debían tener preferencia los alumnos necesitados, pero sin excluir a los demás, siendo los maestros los encargados de hacer las listas de aspirantes en cada una de las escuelas. El número de comensales sería, de momento, de 50 proponiendo como local el piso principal de la Casa de la Ermita, donde antes funcionaban las escuelas, previo arreglo y adquisición de mobiliario por parte del Ayuntamiento. Para tal fin, se adquirirían los utensilios para comedor y cocina con los fondos que el Consejo destinara para la cantina y se propuso que el patronato se reuniera, al menos, a primeros de cada mes en la calle Capitán Galán (actual calle El Pilar), nº 5.

A mediados de curso, don Luis Martín, maestro procedente de Riotinto (Huelva) y doña Luisa Lillo recibieron "un voto de gracias" en reconocimiento a su gran labor desarrollada en la escuela, así como a su participación en numerosas actividades culturales de la localidad.

Debido a la previsible subida de temperaturas, a primeros de mayo se acordó modificar el horario escolar. El matinal sería de 8 a 11 horas y el vespertino, de 15.30 a 17.30, hasta el 15 de junio, fecha en la que se establecería la jornada continuada. Era muy común por esta época solicitar del Consejo Provincial de Primera Enseñanza la sesión única, debido a las pésimas condiciones de los locales-escuelas, el excesivo calor causante de mareos, desvanecimientos y hemorragias nasales- y las faltas de asistencia de parte del alumnado masculino ocupado en faenas agrícolas de recolección.

Al llegar el período vacacional, se cerró la biblioteca y se pidió al Ayuntamiento que arreglara y blanqueara los locales-escuela. Antes de finalizar el curso se produciría una noticia importante para el devenir de la enseñanza en la localidad: se autorizó la graduación en las escuelas, designando a un maestro y a una maestra para clasificar a los escolares por edad y conocimientos.

Fin de las escuelas unitarias

Comenzó el curso 33-34 con la incorporación de los maestros don Pedro Marín, doña Mª de los Ángeles Barrantes y don Pedro Prieto, el cese de don Marcial Alcón y el traslado de don Ezequiel Martín y doña Ramona Ponce a Bienvenida y Mérida, respectivamente.

Pero la gran novedad fue el inicio de las escuelas graduadas que ponía fin a las unitarias en las que un único maestro se encargaba de un grupo numeroso y heterogéneo de alumnos. De ahora en adelante cada maestro o maestra se iba a responsabilizar de un grupo con edades y niveles similares. La escuela graduada, que constituía un evidente avance en el mundo educativo, ya era una realidad en muchas partes de España.

Se clasificó al alumnado por edad, nivel y sexo, de forma que se establecieron cuatro franjas de edad: 6 años, 7-8 años, 9-10 años y 11-14 años, recordándose la norma de dar de baja en sus respectivas escuelas a aquellos escolares que contabilizaran 15 faltas sin justificar.

Si un niño faltaba 5 veces a clase, causaba baja en el comedor

A mediados de octubre comenzó a funcionar la cantina escolar, estableciéndose el número de 6 asistentes por cada escuela, causando baja los niños que llevaran cinco faltas de asistencia a clase y quedando obligados los maestros a turnar semanalmente en el cuidado y vigilancia de la cantina. A lo largo del curso se realizarían varias funciones teatrales a beneficio de la cantina escolar y para la compra de un aparato de cine "para servicio y distracción de los niños de las escuelas nacionales".

El 14 de abril se celebraría en el teatro de la localidad un acto cultural para conmemorar el tercer aniversario de la proclamación de la República. Enel mismo intervendrían los maestros don Luis Martín, doña Felisa Pérez y don Pedro Marín, mientras que don Francisco Gómez y don Faustino Morales se encargarían de la conferencia del día 23 para festejar el Día del Libro.

La preocupación por la salud e higiene era constante. Con motivo de la Fiesta de la Salud que se celebraría durante los días 26, 27 y 28 de mayo, el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes ordenó organizar en todos los pueblos conferencias de divulgación sobre higiene y salud, a fin de hacer llegar a todas las personas, especialmente a las de las clases más humildes, las máximas higiénicas y sanitarias de las que tan necesitadas estaban. Para ello, deberían ponerse de acuerdo los maestros con los médicos y las autoridades locales, "para darles el máximo esplendor y obtener halagüeños resultados". A tales actos se procuraría que, aparte de los alumnos, asistiera el mayor número posible de adultos.

Finalizaría el curso 33-34 con algunos casos de 'viruelas locas' (varicela), por lo que se solicitaría al Consejo Local la posibilidad de proceder a la vacunación de niños y niñas "en evitación" de que se propagase la enfermedad.

Pedro Espinosa García

(Maestro y redactor de Hoy La Zarza)

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